jueves, diciembre 31, 2015

A partir del primero de enero...

Buenas tardes/noches tengas mis estimados lectores, Ocelot esta de vuelta.

Primeramente les deseo lo clasico, un feliz año... union... bla, bla, bla, ustedes  saben, lo clasico. Pero en el interior les deseo que hechen a perder cosas, que se equivoquen, que hagan tonterias por que eso es lo que le da sabor a la vida, aqui no necesitamos paz mundial, aqui el chiste es que haya emocion en el vivir. Que  haya pasion en lo que hacen, ya sea su trabajo, un deporte, un hobby o lo que sea. En fin que tengan un excelente año.

Segundamente, les traigo regalos.

Y son estos excelentes calendarios del flaco, realizados por un servidor para ustedes.

Vienen en tres formatos

A color que es el mas interesante, pueden enmarcarlo para ustedes o utilizarlo como regalo quedaran muy bien.



Blanco y negro con foto una version mas sencillas pero igual de interesante



Blanco y negro con silueta, la version mas barata de imprimir pero queda muy elegante.



Que les puedo decir de Sabina, es un sujeto que esta medio loco, pero en su locura nos ha traido canciones que plasma muchos aspectos de la vida, como el dice es la banda sonora de lo que viví. Si no lo han escuchado se los recomiendo, puede que no os guste, sobre todo si sois de los que escuchan banda y huaracha (Si ese es el caso, fuera de mi blog inmediatamente) pero si les gusta encontraran un compositor con un repertorio muy amplio y con una forma de ser bastante desenfadada que siempre es agradable.

Terceramente, tengo un anuncio, sobre el mismo tema de Joaquin Sabina y a manera de homenaje, les presento el proyecto para el 2016, titulado "Mas de cien postales, mas de cien mentiras" Donde publicare diariamente una fotografia de mi autoria junto con una frase, pensamiento o poema. Asi hasta juntar 366  fotografias (Que si, que el año es bisiesto).

Sin mas os enviamos saludos desde la republica  de Chungoslavia del norte.
Un abrazo de parte del Staff del blog, Maquillistas, Tramoyistas, Tecnicos  de audio e iluminacion, directores creativos y escenicos y por supuesto Starlightblue y yo Ocelot.

lunes, diciembre 21, 2015

Porfirio Diaz, el héroe olvidado capitulo XI

JALATLACO 
13 DE AGOSTO DE 1861.


El 5 de junio de 1861 el Gobierno del Estado de Oaxaca, le pidió al Coronel Díaz, se encargara del mando de la brigada de Oaxaca y se pusiera a las ordenes del General Don José González Ortega, con el fin de buscar a Márquez por el rumbo sur. Persiguieron al enemigo por dos meses pero solo encontraron  a sus puestos de avanzada que tuvieron poca importancia para ambos beligerantes.


Estando en  Toluca, el General González, tuvo noticias de que el enemigo pasaba por la plaza de Santiago Tianguistengo, en dirección a la montaña. Le dió instrucciones a Díaz, que lo tiroteara con su fuerza de 233 soldados y la caballería del General Don Antonio Carbajal, con el propósito de estorbar la marcha de Márquez, mientras lo alcanzaba la división. Así que partieron de Toluca a las tres de la tarde del 12 de agosto de 1861.

Al entrar la noche llegaron a la Hacienda de Atenco y batieron un destacamento de 200 caballos que tenían allí como puesto de avanzada. Entraron a Tianguistengo sin problemas y allí supieron que el enemigo pernoctaba en Jalatlaco y que tenía entre este pueblo y Tianguistengo un puesto avanzado de 1000 caballos.  El General Carbajal, dispuso que marcharan para Jalatlaco por veredas que aunque debian dar algunos rodeos, les permitiría pasar a más de una legua del puesto de avanzada del enemigo y llegar a dicho sitio sin ser notados. Cerca ya del lugar el General Carbajal, llamó al Coronel Díaz y sobre una pequeña colina le señaló los puntos que se debia atacar guiado por el humo del fuego donde cocian sus alimentos los soldados, que tiroteara mientras llegaban refuerzos.

El Coronel Díaz mandó al Teniente Crisóforo Canseco, con una subdivisión de 20 hombres a batir un puesto avanzado que tenía el enemigo en una ermita cerca de la iglesia, mientras él con el resto de la tropa marchaba a la parroquia por el rumbo opuesto, al ponerse a la cabeza de la compañía no podía ver lo que pasaba a la retaguardia y el General Carbajal por  error mandó hacer alto a la fuerza cuando apenas habian pasado 20 elementos. El Capitán José María Barriguete, a quien había puesto Díaz a la retaguardia con órden de seguirlo y no permitir que la fuerza  se cortara, porque en la noche sería difícil volverse a reunir, salió a la cabeza de la fuerza cuando sintió el alto y despues de una discución con Carbajal, siguió la marcha pero ya no pudo reincorporarse al regimiento del Coronel Díaz, una por la obscuridad y otra porque no sabiendo lo que ocurria, habia avanzado hasta la plaza, sin embargo al sentir el ataque de sus compañeros por el oriente de la posición enemiga, Barriguete atacó por el sur uniendose despues a los demás.

Cuando comenzó el ataque del Coronel Díaz, la infantería enemiga estaba en el templo y el atrio y la caballería estaba situada en otros cuarteles que rodeaban la plaza, las fuerzas liberales eran atacadas por la espalda con los fuegos de la caballería y esto obligaba a distraer a muchos soldados para defenderse, impidiendo emprender una operación más seria contra el templo y el atrio.  En estas circunstancias Díaz mandó a dar un aviso a Carbajal, quien había quedado a orillas del pueblo, este le contestó  que no podía hacer uso de la caballería porque había muchos magueyes en el campo que estorbaban su movimiento.  Antes de que Barriguete se incorporara a Díaz en el ataque que intentó por el sur de las posiciones enemigas, habian penetrado por el atrio 10 o 12 de sus soldados con el Capitán José M. Omaña a la cabeza y habia sido rechazado el resto de la columna de Barriguete que atacaba por allí, en esos momentos Díaz, atacaba vigorosamente por la puerta del mismo atrio que da al norte, Omaña reconoció su voz y supuso que estaba adentro del atrio y en efecto estaba casi dentro porque había hecho también un ataque malogrado como el suyo. Durante estas maniobras Márquez mandó a fusilar al Capitán Omaña y el oficial encargado de cumplir con esa orden, se separó un poco de la fuerza para pasarlo por las armas, pero en lugar de matarlo se puso de acuerdo con Omaña para cambiar de bando (en el buen sentido de la palabra) o quizás le cayó muy bien, la cosa es que ambos huyeron y se presentaron al General Ortega que ya se aproximaba al pueblo, los chismosotes le informaron en que situacion se encontraban y que probablemente el Coronel Díaz, había sido fusilado y derrrotados.

Con estas noticias el General Ortega, dispuso que toda la columna hiciera alto a la vista del pueblo y esperara a que amaneciera y situó una bateria que hizo fuego sobre los combatientes, pero como los artilleros no tenian mas guía que los fuegos de fusil  lo mismo batian a los enemigos que a sus propios soldados, Díaz mandó a pedirle al General Ortega que por favor suspendiera el fuego, pues le hacian más daño a éllos que al enemigo y también les diera más municiones porque se les había agotado.  En esos momentos se percataron que un grupo de oficiales Conservadores huian separandose de sus posiciones y averiguaron que Márquez, salía en columna rumbo a la montaña evadiendo los puestos que ocupaba el General Ortega.  Aun sin ser recibidas las municiones el Coronel Díaz, ordenó un ataque decisivo con el propósito de cortar la retirada del enemigo. Lucharon con tanta bravura que lograron que volvieran al atrio 700 infantes y toda la artillería y bagajos venciéndolos facilmente, en cuanto tuvo a todos desarmados, pecho a tierra y amarrados, los jefes y oficiales que en total eran 18, el insigne patriota Don Porfirio Díaz, salió victorioso a dar parte al General en Jefe, quien no daba crédito a la noticia y decia que no convenia hacer nada por lo pronto sino esperar que amaneciera, de nuevo le dijeron que todo había terminado que era dueño de 10 cañones de todo el bagaje y de 700 y tantos prisioneros.  Al fin al General en Jefe le cayó el 20 y montó a caballo y fue al lugar del combate para persuadirse de la victoria, sin embargo no quiso perseguir al enemigo, porque la caballería no conocía los caminos.

Con motivo de la victoria de Jalatlaco, se le dió a Porfirio Díaz Mori,  el grado de General de Brigada, por el Gobierno Federal  de Don Benito Juárez.

Al día siguiente, estando en Tiatistengo, el General González Ortega, felicitó a todos los oficiales y tropa en general por su comportamiento en esta batalla.

PACHUCA 
20 DE OCTUBRE DE 1861.


El 19 de octubre de 1861, poco despues de que arribaron a la capital, supo el gobierno que Márquez, con una columna de los restos de Jalatlaco y otras partes que había recogido en los estados de Queretaro y San Luis, llegaba a Pachuca y que la tropa del General Santiago Tapia era insuficiente para hacerle frente y ordenó que otra columna formada con los batallones de Oaxaca y Lanceros del mismo estado a las ordenes del General Mejía, de la que Porfirio Díaz era Mayor General se incorporaran a la fuerza del General Tapia. Hicieron una marcha rápida y al día siguiente 20 de octubre a las 10 de la mañana llegaron a Pachuca, en donde atacaron a las fuerzas de Márquez, quien abandonó la ciudad lléndose por el camino que conduce a Real del Monte y se posesionó de una altura que se llama "La Cruz de los Ciegos" y de otras dos que quedan a los lados de la carretera.  El General Tapia dió instruccionnes al General Mejía, que con una compañía del primer batallón y un obús de montaña defendiera la carretera, por donde amenazaba flanquearlos la caballería enemiga, y ordenó al General de Brigada Díaz que con el resto del primer batallón y con el segundo, atacara sucesivamente las posiciones de la "Cruz de los Ciegos, y las otras dos y puso como reserva a sus ordenes el batallón de Rifleros de San Luis que mandaba el Teniente Coronel Don Carlos Salazar y carabineros a caballo que mandaba el Coronel Don Antonio Alvarez.


El General PorfirioDíaz emprendió dos ataques sucesivos, teniendo necesidad de hacer uso para el segundo, del batallón de rifleros porque el primero ejecutado  al trote de ascenso, había cansado mucho a la tropa del 2o. batallón y restos del 1o.  Para ocupar el tercer cerro, no obstante que guardaba las mismas condiciones, tuvo que hacer uso de una parte del cuerpo de carabineros a las ordenes del Capitán Don Adolfo Garza, que mereció una especial mención por su conducta distinguida en este hecho de armas y su ascenso a mayor. El enemigo les dejó en ese cerro toda su artillería que era todo de montaña.

Después de una larga persecución a los derrotados, que huyeron hacia el grande, El General de Brigada Don Porfirio Díaz, volvió en la noche a  Real del Monte, en donde estaban acuartelados los soldados que no tuvieron acción en la persecución. Despues de 4 o 5 días de permanencia indispensable para enterrar a los patriotas caídos y poner a los heridos en condiciones de marchar unos y establecer un hospital de sangre para los otros, volvieron a la capital satisfechos de haber obtenido un triunfo más.

Proximo capitulo: INTERVENCION FRANCESA y ACULTZINGO

martes, diciembre 15, 2015

Porfirio Diaz, el héroe olvidado capitulo X

SALIDA DE OAXACA 
1860.


Durante el resto de agosto, septiembre y parte de octubre de 1860, se dedicaron las tropas a organizar la columna, que según ordenes del Gobierno Federal debian ir a Tehuacán y ponerse a las ordenes del General Don Pedro de Ampudia, quien mandaba una división de fuerzas liberales de oriente compuesta de tropas de los estados de Puebla y Veracruz.  Ejecutados estos trabajos  y ya un poco mejorado de su herida el Coronel Porfirio Díaz y su batallón de 1900 hombres, a las ordenes del General Salinas salieron de Oaxaca el 2 de octubre de 1860.



GARITA DE TLAXPANA.
4 DE JUNIO DE 1861.


El Gobierno Constitucional que aun permanecía en Veracruz, ordenó por conducto del General José González Ortega, que todas las Guardias Nacionales de los Estados, volvieran a sus hogares y dejaran las armas total o parcialmente según disposiciones  de sus respectivos Gobiernos, por esta orden el Coronel Díaz y su tropa regresaron a Oaxaca, en ese trayecto se contagiaron de tifo y  esta enfermedad se extendió por toda la ciudad. Porfis perdón por la confiancita,  Porfirio Díaz estuvo muy mal por muchos días cuando recobró la conciencia se enteró que él y la brigada había sido puesta en asamblea y también que él había sido electo diputado al segundo congreso de la unión por el distrito de Ocotlán del estado de Oaxaca.


Estando en la sesión del Congreso el 4 de Junio de 1861, se tuvo noticias de que el enemigo atacaba la Ciudad de Oaxaca por la Garita de Tlaxpana,  El Presidente de la Cámara recomendó a los Diputados que no se movieran de sus asientos, para en caso de que el enemigo llegara a Palacio los encontrara cumpliendo con sus deberes. ( y si los mataban se vieran muy monos sentaditos durmiendo en sus curules ji ji ji ).  Siendo un hombre de acción y no temiéndole a nada  (excepto a los discursos) Don Porfirio Díaz solicitó permiso para ir de inmediato en auxilio de sus camaradas que combatian  a las tropas conservadoras, se le concedió el permiso, lo mismo que a otro valiente el Mayor de Artillería Don José Antonio Gamboa, que tampoco quiso quedarse con los brazos cruzados.

Se dirigieron a San Fernando donde se encontraba la brigada de Oaxaca, a las ordenes del General don Ignacio Mejía, que resistía a la columna invasora, el General Mejía, se alegró mucho de la llegada de estos importantes aliados, porque estaba sin Jefes subalternos pues unos se encontraban enfermos en sus casas y el único que le quedaba acababa de ser herido el Teniente Coronel Espinosa

Inmediatamente ordenó al experimentado militar Don Porfirio Díaz, flanquear al enemmigo para lo cual puso a su disposición la Compañía de Granaderos del Primer Batallón,  quien sin pérdida de tiempo  puso en marcha su plan, ordenó se marchara sigilosamente por el lado de los arcos del acueducto sin que la tierra los sintiera, pues la probabilidad de éxito consistía en que no los descubrieran, hasta salir al encuentro cuando el enemigo no los esperara y asi fue, con la sorpresa y la energía de la carga dieron por resultado la retirada de la columna invasora dejandoles muchos muertos y presioneros. una gran parte de la columna se metió  en  su retirada, en una plazuela que había frente a la casa de la sra. Pérez Galvez, y estaba cercada por una reja de hierro,  no habíendo otra salida por lo que hicieron prisioneros a todos.

Siguiente capítulo: JALATLACO y PACHUCA 

martes, diciembre 08, 2015

Porfirio Diaz el heroe olvidado, Capitulo IX

IXTEPEJI
15 DE MAYO DE 1860.


No quedando más remedio que obedecer se retiraron para la Sierra, al hacer el General Rosas su marcha rápida hasta Teocuilco, le encargó al Teniente Coronel Díaz, el cuidado de la retaguardia, cuando éste  se vió  perseguido muy de cerca por los enemigos realizó una contramarcha con la fuerza que le quedaba, pues la mayoría había seguido al General, con esta maniobra obligó a retroceder al valle a sus perseguidores, así es como pudo continuar camino hasta Teocuilco que fue extemadamente difícil por tener que hacerlo por montañas y veredas llevando artillería pesada.


Una vez en Teocuilco, Rosas, (que en mi opinión e instrucción militar que no tengo ninguna jijiji, era muy quisquilloso), no le gustaba improvisar los ataques, ni arriesgar el pellejo  muy delicadito y todo lo quería de rositas, pues aunque las cosas salieran bien el tenía que quejarse de todo, de la indumentaria, de la indisciplina, del arrojo de la tropa a cargo de Díaz, yo creo que le tenia mucha envidia por las ideas brillantes que siempre tenía este caudillo, bueno pues se fue de quejitas a Veracruz, para darle cuentas al Sr. Juárez.  Mientras quedó al mando el Coronel Salinas, quien con su estado mayor se adelantó a Ixtlán, confiando encontrar refuerzos, sin embargo los soldados estaban dispersos en pueblos aledaños y nada pudo hacer contra el enemigo, pero en eso llega el Hombre de Oaxaca con su tropa de rebeldes dispuesto a luchar por sus convicciones de Libertad, y así, cansados, sin haber dormido, hambrientos y sedientos tuvieron que levantarse de nuevo para ir a enfrentarse con el enemigo y luchar cuerpo a cuerpo hasta vencer o morir, marcharon hacia Ixtepeji, llegaron a las 9 de la mañana  del 15 de mayo de 1860, en momentos en que casi era derrotada la fuerza que sostenía la causa liberal y Trejo ocupaba ya la población, pero la presencia del destacamento de soldados oaxaqueños que peleaban como tigres al mando de tan enérgica voluntad y el reparto de municiones les reanimó y entonces batieron redobladamente a Trejo, haciéndolo retroceder  hacia Oaxaca despues de un serio y sangriento combate,  Como Díaz, conocia mejor el terreno que Trejo, mandó por veredas extraviadas fuerzas que fueran a salirle al paso y de esta forma destrozó por completo su columna de 700 hombres, solo menos de 100 consiguieron llegar a Oaxaca. 

Esta victoria les permitió algunos meses tranquilos en la sierra, porque el enemigo no hizo ningún movimiento contra ellos, no obstante el considerable refuerzo que llegó de México a las ordenes del Coronel Miramón.  Cuando el General Rosas Landa, llegó ante Don Benito Juárez, para dar queja sobre el comportamiento del Coronel Díaz Mori  y su Compañía, se encontró con la sorpresa de la importante victoria obtenida.  Creo que aqui cabe hacer mención de Felix Díaz, oficial de caballería,  hermano de Don Porfirio, quien participó en muchas batallas luchando con honor, valor, decisión y entrega junto a su  hermano, despues de haber pertenecido al ejército enemigo se unió a la causa liberal hasta el final.

HACIENDA DE SAN LUIS
TOMA DE OAXACA
5 DE AGOSTO DE 1860.


Despues de la Batalla de Ixtepeji, el ejército del Gobierno se ocupó de organizar las fuerzas y habiéndose retirado el auxilio que llevó a la Plaza el Coronel Miramón, pensaron seriamente en tomar la iniciativa, pero esto se les dificultaba porque habían muchos abogados y empleados liberales que huyeron de Oaxaca por la persecución de cobos y se fueron a refugiar a la Sierra con las tropas, y cuando veian que se estaban preparando para salir o sospechaban de que iban a realizar algún movimiento de asalto,  No se como le hacian pues en esos tiempos no habia celulares, equipos de radio, tablets, computadoras etc etc, pero la cosa es que les informaban anticipadamente a sus familiares en Oaxaca, por lo cual los militares tenian que suspender sus planes.  Para evitar estos problemas obtaron por mandarlos a otras comunidades y así trabajar libremente.  En eso estaban cuando Felix Díaz, recibió una carta de su amigo el Coronel Montero, que mandaba en las filas de Cobos el 9o. batallón, en la cual le proponía facilitar el asalto y toma de la ciudad, mediante una gratificación de $10,000.00  En respuesta le dijeron que para saber en que consistia la ayuda se entrevistara con el Coronel Díaz, por la noche a un km. de la ciudad en un lugar llamado Las Pozas Zarcas. Porfirio, Llegó a la hora fijada pero Montero no se presentó, mandó en su lugar a un subalterno con una nota en la cual decia que en la Plaza se empezaba a sospechar de él por eso no pudo acudir a la cita, pero que si se sujetaban a sus instrucciones todo saldría bien. Por fortuna Porfirio, no se tragó el cuento y desconfió de este individuo, después se enteró que efectivamente era una trampa para destruirlos,   regresó pues a encontrarse con el General Salinas, que debía estar al pie de la sierra esperandolo, para realizar el asalto convenido,  pero en eso se soltó un torrencial aguacero que inutilizó los caminos e impidió que llevaran a cabo su proyecto.  Al día siguiente 4 de agosto de 1860, fueron tiroteados por la fuerza enemiga, se defendieron como pudieron  obligandolos a replegarse a su centro de operaciones; calculando que sería muy dificil regresar a la sierra buscaron refugio en la hacienda de San Luis, como a 2 kms. de la ciudad, ocupando además la hacienda de Dolores, ahí pasaron la noche y como a las 3 de la madrugada, se presentó un desertor del enemigo con la lengua de fuera por la carrera para avisarles que en la noche el ejército enemigo se había movido hacia éllos que ya los tenían muy cerca, en esos momentos comenzaba a despuntar la luz del día, entonces los liberales decidieron hacer un movimiento general saliendo a la llanura al encuentro de Cobos logrando rechazarlo y obligandolo a retirarse a la Ciudad.  Quedando en el poder de los liberales sus cañones más pesados. El Coronel Salinas, dispuso que con el batallón Morelos, mandado por Velasco y las Guardias Nacionales de Miahuatlán y Ejutla, el  Teniente Coronel Díaz, ocupara la Plaza de Armas, mientras él se dirigía contra el Fortín de la Soledad.


Despues de una tenaz resistencia en las calles por donde tenía que pasar el batallón del Coronel Díaz, para llegar a la Plaza, en esta lucha perdió muchos hombres y recibió una bala en la pierna derecha, sin embargo logró lesalojar al enemigo de la Plaza de Armas, del Palacio, de la Catedral y del convento de la Concepción, dejandole solamente Santo Domíngo y el Carmen, decidió horadar dos lineas de manzanas con dirección a Santo Domíngo para acercar sus columnas y dar el asalto al convento, estos trabajos duraron todo el día y parte de la noche del 5 de agosto de 1860,  el Coronel  Salinas se incorporó a la fuerza de Díaz, los trabajos estaban muy avanzados, cuando les informaron que el enemigo habia derribado la pared de la huerta y por ahí se habian fugado. Como Porfirio Díaz, habia sido herido desde las 9 de la mañana del día anterior ya no le fue posible perseguir al enemigo, el cual se evadió tomando el rumbo de Zimatlán y despues de dos días contramarchó buscando el camino de Oaxaca a Tehuantepec, volviendo a pasar muy cerca de la ciudad.

La Batalla del 5 de agosto de 1860, que dió por resultado la toma de Oaxaca, le valió al Coronel Díaz, el ascenso a Coronel del Ejército Permanente, otorgado por el Presidente Juárez.

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lunes, noviembre 30, 2015

Porfirio Diaz el heroe olvidado, Capitulo VIII

ATAQUE AL CONVENTO DE LA CONCEPCION.
27 DE DE ABRIL DE 1860.

Durante el sitio de Oaxaca el General Rosas Landa, ordenó al Teniente Coronel Díaz, asaltar el Convento de la Concepción, como este era un punto muy dominante, lo mismo de la plaza que de la línea de operación de los nuestros, el enemigo comprendía que una vez tomado este edificio estaba tomada la plaza y por esa razón lo tenia muy bien defendido, sin embargo, recibió ordenes de atacarlo y era preciso cumplirla.

En el ejército sitiador no tenían ingenieros y funcionaba como tal el Teniente Coronel Luévanos que era de los oficiales que habían llegado de Veracruz con el General Rosas Landa.  La razón que Luévanos tenía para ocuparse de los trabajos de minas, sin ser ingeniero, era que las había hecho en Guadalajara bajo la dirección de Ingenieros, según se lo explicaron el General Rosas y el mismo Luévanos.

 Luévanos colocó tres minas sobre el convento de la Concepción, una en cada una de las esquinas noroeste y sudoeste del edificio que es cuadrangular y otra en el centro de ese lado del convento que ve al occidente, comprendido entre esas dos esquinas. La explosión de las minas debía abrir brecha por donde verificar el asalto, pero las minas estallaron  y no fue abierta brecha alguna, sino que desfogaron por las calles levantando las banquetas y despidiendo las losas hacía éllos a larga distancia.  No habriéndose brecha, no fue posible el asalto, al ver este desastre el General Rosas, le pidió al Coronel Díaz quemar una puerta que tenía el convento frente a éllos, así lo hizo y cuando la puerta desapareció resultó que tenía una mampostería por dentro, entonces le ordenó el General en Jefe que destruyera esa tapia, no a cañonazos, sino con obras de zapa y penetrara por allí; y como la calle estaba enfilada por la trinchera del enemigo que le servía para ligar la manzana del Colegio de Niñas con la de San Felipe. Con mucho peligro y pérdida de algunos hombres, puso una pequeña trinchera que defendiera su flanco izquierdo, por donde le atacaba la trinchera del enemigo con artilleria y fusilería; y para defenderse de los proyectiles de la altura del convento, desarmó una mesa de billar que había en la manzana horadada, y bajo los fuegos del enemigo sacó el tablón de la mesa para recargarlo sobre el muro de la concepción y proteger así a los trabajadores, de los proyectiles de la altura, formandoles una cobacha con la mesa de billar. Se comprende desde luego, que cada operacion de estas costaba muchas vidas  y obligaba a afrontar muchos peligros,  No fue posible, a pesar de todo este esfuerzo, hacer el asalto tal como lo había ordenado el General Rosas Landa, porque luego que una de las barretas pasaba al otro lado del muro, salia la boca de un fusil por la perforación, y aunque ésta llegó a agrandarse a barretazos y palazos el ataque fue imposible.


El General Rosas Landa le previno también que añadiera  las escaleras del alumbrado hasta que alcanzara la coronación del edificio y por ahí subieran los soldados, cosa que tampoco fue practicable, no obstante de que se intentó a mucha costa.  Por último, desistió Landa Rosas de esta operación, después de muchos ensayos muy peligrosos y que costaron muchas pérdidas humanas.

EL GENERAL ROSAS LANDA, DECIDE LEVANTAR EL SITIO.
8 DE MAYO DE 1860.

Cuando el General Rosas Landa, tuvo noticias de que se acercaba la columna enemiga en auxilio de la plaza, citó a una junta de Jefes y Oficiales, en la que propuso la retirada a la Sierra,  los jefes de fuera del Estado estuvieron de acuerdo con ese movimiento, pero el Teniente  Coronel Díaz, apoyado por los Jefes oaxaqueños, protestaron decidamente y propusieron que la División marchara  desde luego al encuentro de las fuerzas enemigas, manifestando que si lo derrotaban esa victoria les abriría las puertas de la Ciudad y que si eran derrotados  entonces sería el tiempo de tomar el camino de la sierra para organizar de nuevo la campaña. Pero el General se opuso tercamente a esta sugerencia y pasaron dos o tres días en agrías discusiones, dando esto por resultado que se hiciera tarde para salir al encuentro del enemigo y que no les quedara otra opcion que retirarse a la sierra, lo cual desagrado tanto a los Jefes Oaxaqueños, que si el General Rosas Landa permanece más entre éllos tal vez hubiera sufrido alguna violencia.

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sábado, noviembre 28, 2015

Porfirio Diaz, el heroe olvidado. Capitulo VII

MITLA.
21 DE ENERO DE 1860.


Luego que regresó a Juchitán de Tehuantepec, El Teniente Coronel Porfirio Díaz, se ocupó de organizar una columna con que debía ayudar al Gobierno del Estado a recobrar la Capital, que había perdido replegandose a Ixtlán, aumentó, instruyó y uniformó al Batallón Independencia tanto como era posible en tan poco tiempo y recibió del Gobernador de Chiapas, por orden de Don Benito Juárez que aun permanecía en Veracruz, una fuerza como de 70 hombres, mandada por el Coronel Nicolás Ruíz y el Teniente Coronel José María Vela, que agregó a los restos de sus compañías de cazadores y granaderos de su cuerpo, que a esa fecha apenas pasaban de 100 hombres entre las dos.


Salió de Tehuantepec, con dirección a Oaxaca, el 5 de enero de 1860. siguiendo el Camino Nacional hasta San Carlos Yautepec, distante como 35 leguas de Oaxaca, y de allí marchó hacía la derecha del camino por la cañada de Narro hasta San Lorenzo Alvarradas, para evitar que el enemigo tuviera noticias de su movimiento y para acercarse más a las fuerzas del Gobierno del Estado que debía venir a Tlacolula, a proteger su marcha e incorporarse allí.

El 20 de enero pernoctó en el monte, cerca de la población de San Lorenzo Alvarradas.  Al siguiente día, cuando emprendia su marcha para Tlacolula, notó algunos síntomas de insubordinación entre los juchitecos, y a pocos momentos el Teniente Coronel Cosme Damian Gomez, que por enfermedad del Teniente Coronel Pedro Gallegos, mandaba ese batallón, le comunicó lo que los juchitecos le dijeron, que ya habían cumplido con acompañarlo hasta cerca de Oaxaca, que era su objeto; que ya no tenía peligro; que no querían alejarse más de su pueblo, y que se proponian regresar a Juchitán.  Como esto constituia una rebelión al frente del enemigo, formó las Compañías de su batallón frente a los insurrectos, mandó a éstos terciar armas y habiendo quedado impasible todo el batallón de Juchitán y pareciéndole prudente no tomar la cuestión de una manera colectiva, se dirigió particularmente al sargento que cerraba su costado derecho y despues de darle algunos golpes lo mandó parar en la fila y le ordenó terciar. Obedeció la orden y entonces la dió a todo el batallón y fue también obedecida por todos.  La corta distancia a que se encontraba el enemigo, así como la consideración de que eran Guardias Nacionales, indisciplinados y casi rogados, no le permitió proceder con la energía debida en ese caso.

Colocó a la vanguardia la fuerza de Chiapas, en el centro a los juchitecos sublevados. y a la retaguardia a las compañías de su Batallón, dandoles ordenes a los soldados de ésta, en alta voz de modo que los juchitecos la entendieran de pasar por las armas sin más consulta a todo soldado que se atrasara en la marcha. En estas condiciones y como una hora despues de ocurrido este suceso, fue atacado de improviso por el Regimiento de Guías de Caballería que mandaba el Teniente Coronel Antonio Vidal Canalizo, el cual formaba la vanguardia de la columna de Marcelino Cobos, compuesta de 1,300 hombres, que venía de Tlacolula a batirlo, José María y Marcelino Cobos habían ocupado a Tlacolula antes de que llegara la fuerza de la sierra y el segundo había salido a encontrarlo. Recibio el primer ataque del Regimiento de Guías que pudo rechazar, quedando muertos el Teniente Coronel Canalizo y el Capitán Miguel Monterrubio, así como algunos soldados y caballos. Ocupó en seguida una colina frente a la hacienda de Xagá, cercana al pueblo de Mitla.

Derrotado el Regimiento de Guías, retrocedió hasta ser protegido por su infantería y artillería; y cuando se encontraron emprendieron formal ataque hasta ocupar la colina que  defendia la fuerza republicana y que habia dejado un tanto débil, tratando de detener a viva fuerza a los juchitecos que huyeron en esos momentos a la vista del enemigo.  Sin embargo, como los restos de granaderos y cazadores quedaban en buen estado de ánimo y muy mortificados por la conducta de los juchitecos, haciéndo un esfuerzo supremo, pudieron recuperar la colina, dejando Cobos dos obuses de montaña que constituía toda su artillería. pero los republicanos no pudieron conservar esa posición ni los obuses capturados, por ser muy reducido el número  de soldados que  había quedado y que en ese momento no llegaría a 80 hombres, pues al huir los juchitecos, se habían ido también varios de los chiapanecos y hasta algunos soldados de su Batallón, además de las muchas bajas que había tenido por muertos y heridos

Tampoco pudo llevarse los obuses pues los capturó sin mulas, y por este motivo el enemigo los recobró.  Cuando emprendió nuevo ataque en alta fuerza y no teniéndo ya elementos bastantes para resistirlo, se determinó abandonar la colina, inutilizando previamente los cañones que había tomado al enemigo.  Esta fue la primera vez que conoció la derrota en su carrera el genio militar Teniente Coronel Porfirio Díaz, que por supuesto le mortificó mucho, pero todos sabemos que en la guerra se pierde o se gana y a él despues de tantas victorias le tocó en esta ocasión perder.


SEGUNDO  SITIO DE OAXACA
DEL 1o. DE FEBRERO AL 11 DE MAYO DE 1860.


Despues de la acción de Mitla el Teniente Coronel Porfirio Díaz siguió el camino para la sierra, para incorporarse con la columna procedente de Ixtlan que debía esperarlo en Tlacolula, pero al estar ya ocupado dicho pueblo por Cobos, suspendieron la marcha.  Al día siguiente 23 de enero de 1860, se incorporó Marcelino a Cobos, no esperaron que el Gral. Don José María Díaz Ordaz, bajara a batirlos al valle sino que éllos fueron a batirlo al pie de la sierra y tuvo lugar la acción en Santo Domíngo del Valle, en el que Cobos fue completamene derrotado y mortalmente herido el General Díaz Ordaz, falleciendo al día siguiente.

Incorporado ya a las fuerzas del Coronel Salinas, el 26 de enero de 1860, el Teniente Coronel Díaz le aconsejó sitiar a Oaxaca, entrando por San Felipe del Agua, para tomar el cerro de la soledad, el Coronel aceptó la indicación y marcharon sobre Oaxaca, a la vista de la caballería del enemigo, este los atacó en varias ocasiones pero lo rechazaron y siguieron su marcha, llegaron a San Felipe el 10 de febrero de 1860, el enemigo se defendíó en el Fortín, pero se lo tomaron el 2 de febrero  y comenzaron a sitiar  la Ciudad,  no pudieron sitiarla completamente por falta de elementos, pero hicieron un semi círculo y el sitio duró del 1o. de febrero al 11 de mayo de 1860.
El 9 de marzo siguiente estando en el Fortín de la Soledad y cerros inmediatos, los conservadores hicieron una salida por el barrio de China y ocupó parte del marquesado, como rodeando la posición de los nuestros, por lo que las fuerzas del gobierno  hicieron un ataque vigoroso para desalojarlo de allí y obligarlo a volver al perimetro de la ciudad, este enfrentamiento les costó la vida de muchos soldados para ámbos bandos.

Al poco tiempo de que el Teniente Coronel Díaz, se incorporó a las Fuerzas del Coronel Salinas, ocurrió un episodio que quizás influyó a que no se llevara a buen término la misión, resulta que surgió una rivalidad entre Don Marcos Pérez, quien fue nombrado Gobernador Interino de Oaxaca, a la muerte del General Díaz Ordaz y el Coronel Salinas, a quien algunos de sus partidarios consideraban que le correspondia a él ocupar dicho puesto.  Don Marcos Pérez, envió  instrucciones al Coronel Díaz, dandole el mando de la fuerza, y que  arrestara a Salinas, y lo mandara  preso a Ixtlan. Como era de esperarse de todo un caballero y un hombre de bien como era el Coronel Díaz, y considerando que una acción de esta naturaleza dividiría a los caudillos liberales, le rogó a Don Marcos Pérez, que desistiera de esta orden. Lo anterior llegó a conocimiento del Presidente Don Benito Juárez, quien estuvo de acuerdo con el buen juicio de Porfirio, y para evitar rencillas nombró a un nuevo Jefe, el General Don Vicente Rosas Landa, quien se encargó del mando el 12 de febrero de 1860.

Mientras esto pasaba, seguian ocupando las alturas inmediatas a la Ciudad y el Coronel Díaz se preparaba para un asalto con su fuerza e inspiraciones,  pero el General Rosas Landa, acostumbrado a mandar soldados más disciplinados y mejores elementos de los que tenian ahí, (que habían ganado muchas batallas a base de injundia, pero no eran instruidos)  no permitió el asalto diciendo que era muy peligroso. Así es que mientras llegaban los refuerzos de Veracruz, sólo permitió durante 3 meses los tiroteos al enemigo, lo que no dió ningún resultado definitivo para ninguno de los beligerantes.

Siguiente capitulo: EL GENERAL ROSAS LANDA, DECIDE LEVANTAR EL SITIO. Y
ATAQUE AL CONVENTO DE LA CONCEPCION.

lunes, noviembre 16, 2015

Porfirio Diaz, el heroe olvidado. Capitulo VI

TEHUANTEPEC
CONDUCCION DEL ARMAMENTO DE MINATITLAN A LA VENTOSA,
SANTA MARIA AREU
25 DE NOVIEMBRE DE 1859.

A fines del año 1859, el médico cirujano de un buque de guerra de los Estados Unidos que llegó a la Ventosa, le extrajo a Porfirio Díaz la bala que le hirió en la acción de Ixcapa.  El mismo día de esa operación recibió pliegos del Gobierno Federal, residente en Veracruz y los cuales había conducido el Comandante de Escuadrón Don Mariano Viaña, en que se le prevenía que escoltara y condujera desde Minatitlán hasta el Puerto de la Ventosa, un armamento de 8,000 mil fusiles, algunas carabinas y sables, muchas municiones labradas, 2,000 barriles de pólvora  a granel y muchos quintales de plomo en lingotes; consignados todo al General Juan Alvarez,  y de cuyo convoy era sobre cargo el General Don José María Pérez Hernández.


Al día siguiente  el Teniente Coronel Porfirio Díaz, valiente como el que más se levantó de la cama, montó en su caballo y se puso en marcha, pues la urgencia del servicio no le permitió esperar el restablecimiento de la herida que había sufrido el día anterior, con motivo de la extracción de la bala, y un día más de detención habría ocasionado la pérdida del cargamento.

El Gobierno reaccionario tuvo noticias del envío de esas armas y mandó fuerzas de Orizaba y Córdoba con orden de interceptarlas, los sublevados de Tehuantepec también se movieron con el propósito de asaltar el convoy, el Teniente Coronel Díaz tuvo noticias de esos movimientos y una vez que llegó a río de la Puerta, se alarmó al ver que no había más vías que las fluviales, y que a la sazón no se encontraba en ese lugar más que una canoa, resolvió dejar allí a sus fuerzas a las órdenes de los Capitanes Omaña y Castañeda y entró a la canoa acompañado del Teniente Coronel  Pedro Gallegos y dos asistentes, sin ningún boga y sin que ninguno de éllos supiera remar.  Llevados por la corriente que en el río de la Puerta es fuerte, y evadiendo las rocas para no estrellarse en ellas, llegaron al río Coatzacoalcos y despues de tantas dificultadas y de haberse destrozado las manos haciendo el trabajo de remeros, llegaron a Súchil donde por fortuna estaba un americano, Mr. Wolf, Capitán de un vapor, que tenía necesidad de ir a Minatitlán. Lo comprometieron a que les sirviera de patrón, y entonces adiestrándolos en el trabajo de bogas pudieron llegar a Minatitlán en el momento en que la columna procedente de Orizaba se encontraba a diez leguas de aquella ciudad, y la goleta que conducia las municiones y pólvora estaba fondeada a medio río, y se esperaba al día siguiente el vapor Habana que conducía todo el material  que no era inflamable. Engañando al Jefe Político Militar de Minatitlán, que lo era el Teniente Coronel Don Francisco Zérega, lo mismo que al Administrador de la Aduana, Don Francisco Soto y teniendo sólo por confidente al Contador Don Francisco Mejía (aquí encontramos al Trío de los Panchos), que merecía toda su confianza y la del Gobierno, y quien fue despues Secretario de Hacienda bajo la Administración del Sr. Lerdo de Tejada, hizo preparar cuarteles y comestibles para su fuerza, que suponía en número exagerado y que dijo venía en 15 canoas que debían llegar un poco despues, procedentes de la Puerta, Sostuvo esta situación toda la noche y parte del día siguiente, mientras duró el trasborde de la goleta al vapor de río Súchil, de poco calado, que podía subir el río, y que en esos momentos le prestó  la compañía Luisiana de Tehuantepec.

Con ese vapor hizo su primer viaje a Súchil, a donde habían llegado ya sus soldados, habriéndose paso a machete entre los bejucales  y pantanos de la ribera.  Puso su tropa a bordo, fue a Minatitlán donde cargó de nuevo al Súchil con el cargamento del vapor Habana, y de este modo se salvó del golpe con que lo amenazaba la fuerza procedente de Orizaba.

En el Súchil había mandado a preparar 1000 mulas procedentes de San Juan Guichicovi y otros pueblos pertenecientes al Departamento de Tehuantepec, y que eran amigos suyos; pero las mulas de los indios no obstante que diariamente hacen uso de ellas, no tenían aparejos, sino dos pequeños bultos de zacate que les ponían en el lomo, lo cual hacía dificil cargarlas con cajas de 20 fusiles en que habían sido empacados para el viaje marítimo..  Entonces con madera y clavos facilitados por la Compañía Luisiana de Tehuantepec, con las tablas y cepos de las cajas en que habían venido las armas y con los carpinteros que había entre sus soldados, y él que no había olvidado su oficio de carpintero que alguna vez tuvo se pusieron a hacer nuevas cajas de diez fusiles.  Durante toda esta operación,  su tropa tenía por todo alimento la presca que podía hacer y que allí es muy abundante; plátanos, piñas silvestres y algo de caza.  Emprendió por fin la marcha con su convoy del Súchil a Tehuantepec, haciéndo jornadas muy cortas, por los tiroteos que sostenía diariamente con el enemigo y las precauciones que era necesario tomar en tan penoso viaje, hasta llegar al llano de Sabaria a donde ya las autoridades de Tehuantepec le habían situado más de 200 carretas tiradas por bueyes, que hacían más cómodo y defendible el convoy, y la Compañía Luisiana de Tehuantepec le facilitó  20 de sus guayines que ocupó como carros,  Así llegó sin novedad a Tehuantepec y sin ser ya molestado por el enemigo.  Despidió las carretas y devolvió los guayines que ocupaba diariamente la Compañía en su servicio.

Entre tando habían ocurrido sucesos trascedentales en el Estado de Oaxaca, creyendo el Gobierno de Veracruz que no había en Oaxaca Jefes organizadores, y con motivo de desensiones entre los jefes militares y caudillos civiles, el Sr. Juárez mandó al General Francisco Iniestra, a organizar una brigada que saliera a la meseta central a hacer la campaña contra los reaccionarios.  El General Iniestra  salió de Oaxaca para Tehuacán, con una fuerza de 2000 hombres bien armados, pero por quejas en su contra de sus Jefes y Oficiales se le reveló con el Coronel Ignacio Mejía, quien encontró a Iniestra en Tecomavaca, donde siguió con la fuerza  hasta Tehuacán, en donde debían incorporársele los Generales Alatriste y Carvajal. Como no aparecieron éstos se retiró el Coronel Mejía a Teotitlán, en donde fue derrotado por completo el 30 de octubre de 1859 por las fuerzas reaccionarias a las órdenes de los Generales Vicente Miñón y Don José María Cobos.

Cobos ocupó por segunda vez a Oaxaca y el Gobierno Liberal del Estado se retiró de nuevo a la Sierra de Ixtlán. Luego que Cobos se posesionó de Oaxaca envío una columna sobre Tehuantepec, a las órdenes del General Alarcon.

El Teniente Coronel Díaz, ignoraba lo que había ocurriéndo, muy poco despues de haber llegado las armas a Tehuantepec, estaba indicada su marcha defensiva hacia Juchitán; pero no podía improvisar medios de transporte, pues apenas podía reunir en la ciudad de Tehuantepec de 50 a 60 carretas. Pidió por extraordinario a Juchitán todas las carretas disponibles y fuerzas que le ayudaran a defender el convoy; y mientras llegaba ese auxilio, comenzó a acarrear todo su convoy con las pocas carretas que tenía, hasta el barrio amigo de San Blas en los suburbios de Tehuantepec y en camino para Juchitán y estableció su defensa en su nuevo campamento lo mismo que la del cuartel en Tehuantepec.

Al día siguiente recibió en auxilio cerca de 200 carretas, con las que pudo llevar todo su convoy hasta Juchitán y se internó por el monte hasta las más espesas arboledas, tapandola enseguida con nueva tala de arboles, cuya remoción demandaba mucho tiempo y trabajo.

Se dedicó despues a organizar un batallón de juchitecos y le dió por nombre Batallón Independencia.

El enemigo no ocupó a Tehuantepec porque se decía que el Teniente Coronel Porfirio Díaz, había minado el convento, lo cual le habría sido fácil por disponer de gran cantidad de pólvora; pero no era tanto ese temor, como el propósito de dejar el río de aquella población interpuesto entre él y la tropa republicana, la cual permaneció en los barrios de Santa María Areu y Santa María Tagolaba.  El Teniente Coronel Díaz emprendió la marcha hacia el Puerto de Ventosa, por el camino llamado del Monte Grande, por donde podía llegar a Tehuantepec sin descubrir su dirección, aunque haciendo mucho rodeo, y sin dar lugar, por medio de este ardid, a que los juchitecos se embriagaran y cometieran desordenes, pues no se encontraba ninguna bebida alcoholica en el monte.

Marchó en esa dirección hasta cortar el camino que conduce a Tehuantepec y la Ventosa y por el siguió su marcha hacia aquella población. El río, que estaba crecido, dificultaba el paso, para Tehuantepec, y para que el enemigo estuviera entretenido y no pudiera sentir la maniobra que se ejecutaba por su retaguardia, había situado a su frente, río de por medio, en un lugar que se llama Portillo de San Blas, una fuerza de gente de San Blas que tirotease durante toda la noche,  víspera del asalto, y llamara su atención por ese lado.

En la madrugada del 25 de noviembre de 1859, llegó a la primera avanzada del enemigo, en el camino para la Ventosa.  Cuando descubrió la fogata de la avanzada, dejó su caballo en el camino con la columna y acompañado de cuatro oficiales notables por su audacia, se internaron a pie y sigilosamente, por un sembrado de maíz que los cubría bien, hasta llegar donde estaban los hombres que formaban la avanzada o puesto de vigilancia, a quienes sorprendieron por completo, sin disparar un solo tiro,y sin que se pusiera a salvo ni un solo hombre de los que la servían. Si hubiera sonado un solo tiro no hubiera sido posible el éxito del asalto.

Estaba tan confiado el enemigo, de que en caso de atacarlo, vendrían por el camino directo de Tehuantepec a Juchitán que tenía el una avanzada con una fuerte patrulla de caballería, a más de tres leguas de Tehuantepec; es decir su avanzada se encontraba más cerca de Juchitán que de aquel punto, pues llegaba hasta la Laguna de las Ciruelas que le servía de defensa. El núcleo principal de su infantería, estaba en una casa situada frente a la plaza, perteneciente a Gregorio Reina, y estaba convertida en cuartel; otra fuerza considerable ocupaba el cerro de la Cueva y otra en el cerro de Tagolaba, que estaba situada en el barrio de ese nombre. Formó una columna que debía atacar el cerro de Tagolaba, a las ordenes del Capitán Francisco Cortés, otra que atacara el cerro de la Cueva a las órdenes del Teniente Coronel Gallegos y el Teniente Coronel Díaz se quedo con la fuerza suficiente para atacar personalmente el cuartel de la plaza. Las columnas asaltantes de los cerros debían moverse cuando escucharan los primeros tiros de su asalto, que debia verificarse al tocar diana el enemigo. Situó su columna a pocos metros de la plaza, y movió las otras dos a sus respectivos destinos, en  espera de la señal convenida.

Al amanecer tocó el enemigo llamada de banda, primero dentro del cuartel y repitió  despues este toque en la plaza y cuando la banda formada frente a la puerta del cuartel comenzaba a tocar diana, salió el Teniente Coronel Díaz con su columna rápidamente por una de las bocacalles que parten de la plaza y entró al cuartel antes de que la banda pudiera replegarse y dar aviso de lo que ocurría en el exterior.

La sorpresa fue tan completa que tropezaron con la guardia acostada en el zaguán, y de la misma manera sorprendieron  en seguida a las cuadras.  Despues de un fuego que no duraría media hora, el Cuartel ya era suyo, y aun pudo proteger a la columna del Capitán Cortez que descendía ya del cerro, por haber sido gravemente herido su Jefe, y mandó proteger al Teniente Coronel Gallegos que consumaba la ocupación del cerro de la cueva.

Ocupadas todas las posiciones del enemigo, y cuando parecía que ya no había con quien combatir, llegó el Coronel Trujeque que había salido con su cuerpo de caballería a hacer una especie de descubierta hacía el camino de Tehuantepec a Juchitán, oyó los disparos, pero como no conocía el éxito del combate, fue a meterse a la boca del lobo creyendo que eran los suyos y así causó nuevos y muy vivos fuegos, luego que comprendió su error huyó rumbo a Oaxaca, sin perder más que muertos y heridos, pero ya no fue posible perseguirlo porque los liberales no tenían caballería. El enemigo quedó completamente derrotado, sin embargo de que su fuerza era de más de mil hombres y la del Teniente Coronel Porfirio Díaz apenas llegaba a 370 soldados, incluyendo a los valerosos habitantes de San Blas, que lo tiroteó durante la noche, y que al formalizarse el asalto, cruzaron el río y tomaron parte en el combate.

Una victoria más para el héroe legendario, que despues de combatir fieramente, pasó el río y en los guayines de la compañía Luisiana, condujo a los heridos a Juchitán, por no haber elementos para curarlos en Tehuantepec, pues la ciudad estaba casi desierta. Los juchitecos se habían regresado desde luego a sus pueblos en desorden, y las fuerzas oaxaqueñas se habian dispersado en el camino en busca de alimento;  de manera que poco antes de llegar a ese pueblo apenas le quedaría 40 fieles soldados que admiraban y respetaban a su Jefe; y si Trujeque hubiera  regresado en vez de correr para Oaxaca, con seguridad lo hubiera destrozado.

Antes de salir de Tehuantepec el jefe Díaz le dirigió unas palabras de aliento y agradecimiento a sus soldados, sin imaginar que alguien hubiera tomado nota de su discurso.  Muchos años despues, cuando en 1883 visitó las oficinas del Herald de Nueva York, se le mostró esa elocución impresa en inglés y publicada por dicho periódico de aquella época,

Al tener noticia el Sr. Juárez de la victoria de Santa María Areu, le mandó de Veracruz el despacho de Coronel de Guardia Nacional de Oaxaca, expedido por la Secretaría de Guerra, lo cual era irregular, porque al Gobernador del Estado y no al Presidente le correspondía dar ese empleo.  Dos o tres días despues de esa victoria le avisó el vigilante, que estaba a la vista una goleta, y que según las señales que hacía, era la que debía mandar el General Juan Alvarez, para embarcar el convoy.

Entonces Don Porfirio Díaz, mandó reunir el número de carretas que se necesitaba para transportarlo, y componer el camino que conduce de Juchitán a la Ventosa por la playa, pasando por la hacienda del Zapotal, y marchó para la Ventosa en donde embarcó todo el armamento.  Pocos días despues de su arribo a Tehuantepec con el convoy, el General Pérez Hernández le manifestó que era necesario que fuera a Acapulco para traer la embarcación que debería recibir el armamento en la Ventosa, porque no obstante que ya había avisado al General Alvarez el día de su salida de los Estados Unidos, el tiempo estaba avanzado y el buque no llegaba.  Con este motivo lo embarcó en un pequeño bote, con el Comandante Octaviano Marín que le servía de ayudante y así llegó a Acapulco. No volvió el General Pérez Hernández, y tuvó que mandar las armas con Don José M. Romero, hermano de Don Matias Romero que estaba con él en Tehuantepec.

Proximo capitulo:  MITLA Y SEGUNDO SITIO DE OAXACA.

lunes, noviembre 09, 2015

Porfirio Diaz el Heroe Olvidado, Capitulo V

TEHUANTEPEC, JALAPA Y LAS JICARAS.
25 DE FEBRERO Y 13 DE ABRIL DE 1858.

Cobos y sus oficiales derrotados emprendieron camino para el sur de Oaxaca, llegaron hasta Miahuatlán y de allí se fueron a Tehuantepec, ahí los ayudó un comerciante contrabandista inglés, les proporcionó una buena cantidad de machetes y una fuerte cantidad de pólvora, con la condición de que reorganizara sus tropas y le aconsejó que explotará a los principales comerciantes del lugar.

Reorganizado Cobos, amenazaba seriamente al Gobierno de Oaxaca, el cual se vió obligado a mandar prontamente una columna de 700 hombres  y varios oficiales entre ellos al Comandante Porfirio Díaz, todos bajo las ordenes del Coronel Don Ignacio Mejía, Ministro de Guerra, que fueran en persecución de los insurrectos. Emprendieron la marcha hacia Tehuantepec y al llegar a la hacienda de  "Tapamala", supo el Coronel Mejía que había una avanzada de infantería y caballería en el rancho llamado "Las Vacas", mandó al Capitán Francisco Cortes, con un destacamento que sorprendió al enemigo, llegando por veredas sin ser visto y los destruyó por completo.
Siguieron la marcha y al pasar por la hacienda de San Cristóbal, tuvieron noticias de que el enemigo se movia de Tehuantepec para encontrarse con ellos y en efecto el 25 de febrero de 1858, antes de que llegaran al poblado de Jalapa, comenzaron a ser tiroteados por la avanzada conservadora, pero los nuestros no se acobardaron atacaron vigorosamente a la mayor parte de la tropa que se encontraba en el convento, había también dos montículos cercanos repletos de militares que sumaban como 3,000, la mitad bien armados y la otra mitad con machetes, además tenián cuatro cañones que la Comisión Liberal de Tehuantepec al regresar a Oaxaca no pudieron llevarlos y los dejaron clavados, pero Don José Ma. Cobos, muy vivillo los utilizó y los perdió en esta importante batalla donde la victoria fue para los aguerridos liberales. Pese a toda  la superioridad númerica y al armamento que poseian, no pudieron resistir el empuje y arrojo de la fuerza liberal que aun saboreaban el triunfo obtenido en la Ciudad de Oaxaca, el combate fue muy reñido y sangriento aunque sólo duró más de una hora, hasta que los conservadores fueron totalmente aniquilados.  Como quedaron muchos heridos, nuestros héroes tuvieron que permanecer dos días en Jalapa. Así es como participó en otra batalla el ilustre y valeroso Joven Comandante Porfirio Díaz Mori.

Despues de tres semanas de permanecer en Tehuantepec, en las cuales hicieron algunas salidas en persecución de los fujitivos, sin conseguir atraparlos pues se escondian en los montes o eran protejidos por los mismos habitantes partidarios de los conservadores.
El Coronel Mejía, recibió ordenes de volver con la Brigada a Oaxaca, dejando un destacamento en Tehuantepec, le dijo al Comandate Díaz que se quedara al mando de una guarnición militar, a sabiendas de lo peligroso que era permanecer por estos rumbos con tan pocos hombres, ya que gran cantidad de los derrotados estaban merodeando en los alrededores y en cuanto se fuera el grueso del batallón, ellos quedarían a merced del enemigo,  sin embargo con la decisión y temple de acero que lo caracterizaba acató las disposiciones con disciplina y aseguró que haría todo lo posible para mantener el orden.  Por este motivo fue nombrado Gobernador y Comandante Militar del Departamento de Tehuantepec, contaba solamente con 160 hombres de su Compañía.  Lo previsto se realizó pues  apenas se retiró de Tehuantepec la columna del Coronel Mejía, cuando comenzó a ser tiroteada la guarnición durante el día y la noche. Como al mes y medio de esta situación los sublevados se acercaron a la Ciudad con las intenciones de ponerle sitio y en efecto, el enemigo había establecido su cuartel general en la hacienda "Las Jicaras", al otro lado del río como a 2 kilometros de distancia de la plaza. El Comandante Díaz, que en ese entonces contaba con solo 28 años de edad, se habia conventido en un gallardo y temible militar, tomó la decisión de salir sigilosamente  la noche del 12 de abril de 1858, con toda su fuerza, dejando al cuidado del cuartel a un pequeño destacamento y protejidos por el barrio de San Blas, que tenían algunas armas y era el único amigo que tenian entre los 15 barrios que formaban la Ciudad de Tehuantepec.

Avanzó la tropa del Gobierno por veredas y montañas a las sombras de la noche, sin que la tierra lo sintiera, hasta rebasar la retaguardia del destacamento enemigo, con el fin de atacar por donde menos se lo esperaban, llegaron al cuartel al despuntar el alba el día 13 de abril de 1858, muchos de los oficiles aun estaban dormidos, el asalto fue vertiginoso, directo, con fuerza y decisión, arrollaron practicamente a todos, la hacienda quedó destruida, esta es otra de las muchas victorias obtenidas por el Comandante Díaz y sus valientes soldados, claro que también hubo derrotas,  derrotas muy dolorosas, pero por lo pronto este fue un triunfo muy importante ya que en esta batalla murieron muchos Jefes que comandaban las tropas conservadoras, capaces de organizar una revolución. El Gobernador de Oaxaca, felicitó ampliamente a Diaz, y lo recompensó dandole el nombramiento de Mayor de Infantería.



TEHUANTEPEC
 LOS AMATES, JALAPA, TEQUISIXTLAN,
JUCHITAN. 1859.

Aunque la victoria de las Jicaras no fue enteramente decisiva sí mejoró mucho la situación de los liberales, que permanecieron por dos años en Tehuantepec. El Mayor de edad, perdón El Mayor de Infantería Porfirio Díaz y su gente hacian constantes salidas por las noches por veredas que sólo podian ir a pie para no ser descubiertos, pues todos los caminos estaban vigilados, y puestas avanzadas que ofrecian muy poca ambición a sus asaltos, y evidentemente defendian los principales núcleos del enemigo, en muchas ocasiones sorprendieron a los conservadores y ahí erá cuando entraban en acción haciendo huir a los sublevados o dejandolos en el campo de batalla.


 El 17 de junio de 1857, los conservadores llegaron a la Mixtequilla, El Mayor de Infantería Díaz y Compañía los siguieron hasta el Rancho de los "Amates", en donde trataron de hacerse fuerte, pero con poco esfuerzo los derrotaron por completo dejando allí algunos muertos, entre éllos su jefe que era el Mayor Espinosa, esta acción aunque de poca importancia le valió al Mayor de Infanteria Porfirio Díaz el ascenso a Teniente Coronel, por el Gobierno del Estado de Oaxaca,  muy bien merecido por cierto por la entrega, el valor y el deseo de servir a su patria.

El 6 de septiembre del mismo año, sorprendió de nuevo al enemigo en el pueblo de Jalapa y lo atacó vigorosamente causándole serios destrozos, el 2 de noviembre en Tequixistlán se llevó a cabo otra escaramuza.

Su situación en Tehuantepec era realmente dificil, pues estaba incomunicado con el Gobierno, sin más elementos de apoyo que su escasa fuerza, casi a diario sostenía combates con el enemigo y era muy desgastante, todos los caminos estaban ocupados por los isurrectos y no podía transitarse por ellos, porque se robaba a los pasajeros.  Para recibir la correspondencia de Oaxaca tenía que salir con una fuerza armada. Estas excursiones las hacía casi semanalmente y en ellas tenía que alejarse a veces hasta 25 leguas de Tehuantepec. Sus únicos amigos en este lugar eran el Cura Fray Mauricio López, dominico, istmeño de nacimiento, hombre bastante ilustrado de ideas liberales, el Juez que era Don Juan A. Avendaño, antiguo vecino y comerciante de Tehuantepec, tío de Don Matias Romero y Don Juan Calvo, relojero y Administrador de Correos, sin estas amistades que le brindaron su apoyo y sin una policia secreta que estableció, hubiera ignorado absolutamente cuanto pasaba en el pueblo, porque todos eran enemigos.  Sus sentimientos humanitarios determinaron no fusilar a los prisioneros poniéndolos en libertad canjeándolos por un arma o amonestándolos de que no volvieran a tomar parte en la guerra al lado de los conservadores, pero la experiencia le demostró que no sabían apreciar su generosidad y se vió obligado a cambiar de conducta.

Su situación se hizo muy dificil pues a finales del año 1958, el Gobierno del Estado no le mandaba ningún recurso, ni aun el remplazo de los hombres que se perdian en las batallas, por lo que su fuerza había quedado reducida a cosa de 130 hombres. Consideró indispensable hablar personalmente con el Gobernador para describirle su situación con objeto de remediarla, gran parte de los soldados que le quedaban estaban con él por afecto personal.  Un día los sacó de Tehuantepec y los llevó hasta San Carlos Yautepec, como si se tratara de una de tantas expediciones periódicas que hacían para proteger el correo, sin decirles cual era el objeto del movimiento.  En Yautepec los formó, les informó de la situación y del propósito de su marcha, y les ofreció que estaría de vuelta antes de cinco días y que tomaba sobre él la responsabilidad de todo trastorno causado por su ausencia.  Volvió en efecto antes de los cinco días, despues de haber arreglado parcialmente sus dificultades con el Gobierno, pues tan solo consiguió que el Gobernador, mandara un refuerzo de tropa a las ordenes del Coronel Don Cristóbal Salinas, pero esta fuerza estuvo solamente por dos semanas, y regresó a Oaxaca, dejándolo en peores circunstancias.  Entonces se dirigió al señor Juárez en Veracruz, y en respuesta recibió dos mil pesos de que fue conductor el Teniente Coronel Don Francisco Loaeza.

La amistad de los juchitecos no era muy sólida ni estaba basada en principios, sino en su gran enemistad y rivalidad con el pueblo de Tehuantepec. Cuando se retiró el Coronel Salinas, la situación para el Teniente Coronel  Díaz, empeoró, porque los Juchitecos empezaban a entenderse con los sublevados de Tehuantepec, pero un incidente inesperado vino a disipar este grave peligro.


 El día 1o. de enero de 1859, siguiendo su costumbre concurrieron centenares de familias juchitecas  a la fiesta de Año Nuevo que se celebra en Tehuantepec, y exparcida la voz de que Díaz, había dado municiones de fusil a los juchitecos, y que esas municiones caminaban distribuidas en las carretas en que regresaban las familias a Juchitán, los sublevados las asaltaron en su regreso de la fiesta.   El Teniente Coronel Díaz acudió en su defensa, no sólo con las tropas juchitecas, sino con sus compañías, con sus pocos soldados hizo grandes estragos a los asaltantes y los persiguieron hasta meterse en una laguna en que les daba el agua a la mitad del cuerpo y en donde los salteadores se habían refugiado creyendo sin duda que allí  no los seguirían.  Considerando que esto era una buena oportunidad para tener agradecidos a los juchitecos e impedir que se pusieran de acuerdo con los sublevados siguieron escoltando el convoy a pie, hasta cerca de Juchitán, en donde lo alcanzó su ordenanza con su caballo y algunos otros oficiales. Pasaron la noche en aquella ciudad, y convocó a una reunión popular para hacerles presente la necesidad de exterminar a los pronunciados.  Por este medio logró que se alistaran como 2000 hombres, que distribuyó en pequeñas fracciones, para hacer una batida a todo el territorio del Departamento. Así se verificó y esto dió muy buenos resultados porque en esa batalla perecieron varios de los cabecillas de los rebeldes, se recogieron algunas armas y sobre todo se imposibilitó la mancomunidad de acción de los juchitecos con los de Tehuantepec.


A consecuencia de haberse publicado en el Departamento de Tehuantepec las Leyes de Reforma del 12 y 13 de julio de 1859 y las del 27 del mismo mes, que establecían el Matrimonio y el Registro Civil, expedidos por el Gobierno Federal, residente en Veracruz, el pueblo de Juchitán las consideró como un ataque a la religión, y se pronunció contra el Gobierno de Oaxaca.  Para el Teniente Coronel Díaz esto era un inconveniente muy importante ya que el barrio de San Blas, el pueblo de Guevea y el de Juchitán eran sus únicos aliados, no podía prescindir de éste, ni estaba lo bastante fuerte para aceptar su reto; y por lo mismo, al tener  noticias de su pronunciamiento se dirigió a Juchitán, acompañado del Cura Fray Mauricio López, de un ayudante y de un ordenanza.  Al llegar al pueblo, dejó a sus acompañantes en los suburbios y entró solo con el propósito de meterse en la casa de Don Alejandro de Gives, antiguo vecino y rico comerciante frances, que estaba muy apreciado y bien relacionado en ese lugar, y llamar alli a los cabecilllas de la sublevación para tratar de entenderse con ellos. Pero antes de llegar a esa casa encontró una partida de los pronunciados ebrios y armados, quienes al verlo y considerandolo como enemigo por haberse ellos pronunciado contra el gobierno a quien Diaz servia, se prepararon para abrir fuego, pero valiendose de su don de convencimiento logró contenerlos, diciendoles que como amigo que era de ellos iba a acompañarlos y a seguir su suerte.  Entraron en conversacion y fueron a la plaza del pueblo, (o mejor dicho cantina) en donde logró calmar el temor que tenian  de que hubiera llevado fuerza armada,  diciéndoles quiénes eran los que lo acompañaban, y a quiénes fueron a recibir para cerciorarse de que no llevaba tropa. Una vez en la plaza y calmados ya, persuadidos de que el Teniente Coronel  Diaz había ido solo, se prestaron a escuchar lo que Fray Mauricio les explicó en lengua zapoteca acerca de la ley del Registro Civil que en nada afectaba la religión, y que si eso fuera así, él habría sido el primero en tomar las armas en defensa de la fe. A media peroración de Fray Mauricio, de pronto se escuchó la voz airada y descompuesta de uno de los cabecillas de Juchitán, que algunos años después asesinó a su hermano Félix, que incitaba imperiosamente a los presentes para que los mataran allí mismo  a Fray Mauricio y a Porfirio Díaz,  porque de otro modo lograrían convencer al pueblo de que habían hecho mal en pronunciarse y el triunfo sería de ellos. Uno de los ancianos, que son allí muy respetados del pueblo, regañó y castigó severamente a este individuo, lo cual permitió que Fray Mauricio terminara su discurso y que la demás gente se convenciera de que habían hecho mal en sublevarse y convinieran en volver al orden. De esta manera lograron salvarse de uno de los mayores peligros que se presentó durante su permanencia en Tehuantepec.


Proximo Capitulo: TEHUANTEPEC CONDUCCION DEL ARMAMENTO DE MINATITLAN A LA VENTOSA, SANTA MARIA AREU.

lunes, noviembre 02, 2015

Porfirio Diaz, el héroe olvidado. Capitulo IV

PRIMER SITIO DE OAXACA.
8 DE ENERO DE 1859.


El primer Congreso Constitucional se había reunido en septiembre de 1857 y el General Comonfort, electo Presidente, había inaugurado su nueva administración el 1o. de diciembre del mismo año, pero por consejos del Partido Conservador, disolvió el Congreso el 17 de diciembre y proclamó la dictadura.
En ese tiempo El Capitán Porfirio Díaz, se encontraba recuperandose de sus heridas en el Convento de Santo Domíngo en Oaxaca, sus heridas estaban aun muy delicadas y casi no podía caminar. Al poco de estar ahí se acercó una columna de militares, comandados por Don José Ma. Cobos, que los conservadores mandaron de México sobre Oaxaca.  Se apoderaron de la ciudad y establecieron su cuartel general en el Palacio del Estado y el Gobernador  con las Guardias Nacionales dirigidas por el Coronel don Ignacio Mejía, se refugiaron en los Conventos de Santo Domíngo,  El Carmen y Santa Catarina, los cuales fueron sitiados por las fuerzas conservadoras.  En un momento en que el Gobernador de Oaxaca Díaz Ordaz y el Coronel Ignacio Mejía, discutían los medios para la defensa y se lamentaban de que no había mucho personal disponible para luchar, Porfirio Díaz, se presentó y se puso a sus ordenes, pese a estar en plena convalecencia, sin embargo aceptaron su ofrecimiento conmovidos por su nobleza y lo nombraron Comandante del fuerte de Santa Catarina, que le entregaron para su defensa, El Gobernador Díaz Ordaz, tomó a su cargo la defensa de Santo Domíngo y el Coronel Salinas la defensa del Carmen.

UN PLAN DESESPERADO.


Al Comandante  Porfirio se le dió un piquete de Guardia Nacional de Ocotlán, a las ordenes del Capitán Ramón del Pino, otro de la Guardia Nacional de Tuxtepec a las ordenes del Sub-Teniente Marcos Carrillo y otro de Caballería Desmontada de Jaltacatlán a la orden del Aferez Vicente Bolaños, formando un total de 60 hombres,  con esta fuerza fortificó lo mejor que pudo el lugar. A los 20 días de sitio, el cansancio, la falta de alimentos y municiones, comenzaron hacer estragos.  Un día quien sabe por que medios se enteraron  que una de las barricadas que el enemigo había puesto en la esquina llamada del Cura Unda, frente a sus posiciones eran en su mayor parte de sacos de harina y salvado, al Comandante Díaz, se le ocurrió una grandiosa idea, propuso un ataque súbito a las trincheras y en la confusión apoderarse del material con que estaban hechas. Se lo comunicó a sus Superiores, que aceptaron el plan, para esto Porfirio les dejó sus apuntes donde señalaba la combinación de toques de corneta para comunicarse, sin que les entendiera el enemigo. Convinieron que fuera a las diez de la noche.  Saldría de su línea de defensa con 25 hombres y penetraría a las casas de la cuadra contigua por medio de hacer horadaciones en las paredes de adobe hasta llegar a la esquina, donde saldría por atrás de la trinchera enemiga, mientras Díaz, realizaba  su trabajo haciendo el menor ruido posible, los soldados a su mando  distraian al enemigo con tiroteos, obligando al enemigo a responder el fuego, para que no escucharan el ruido que pudieran hacer al estar rompiendo las paredes. casa por casa siguieron avanzando en cada una de ellas el Comandante Díaz, dejaba un soldado de guardia, todo iba bien pero resulta que en la última casa estaba el mismisimo Cobos, que al ser sorprendido huyó a esconderse,dando la alarma con sus gritos, acudieron muchos soldados enemigos, así es que tuvieron que sostener un combate muy reñido y se fueron acumulando en el dintel de la puerta los cadáveres de los soldados de ámbos bandos, Porfirio, dió la orden al corneta para que tocara diana que según su combinación de que le dejó copia al Coronel Mejía, significaba que necesitaba refuerzos y municiones, pero el coronel no lo oyó o no le entendió el toque, porque contestaron con otra diana diana con chinchin y hecharon a volar las campanas de Santo Domíngo, al percatarse que no obtendría ayuda y que ya sólo le quedaban 3 hombres, además de que había muchos enemigos afuera, Díaz  arrojó granadas de mano con el fin de ganar tiempo para salir tan pronto como pudiera pues el paso estaba obstruido por los soldados caidos, en su retirada y debido a la oscuridad se desubicó y no encontró los huecos hechos en la paredes, los guardias que dejó y que se suponía le indicarían el camino, ya no estaban, pero pudo saltar la tapia que no era muy alta, cuando ya sus perseguidores estaban a punto de darle alcance, llegando a tiempo a su línea de defensa.  Así es como fracasó esta operación que tantas esperanzas les dió para meter estas humildes provisiones que para éllos que estaban sitiados les hubiera sido de gran ayuda, ya que no tenian que comer.


En la mañana que siguió al ataque de la esquina del Cura Unda, creció la desmoralización entre los sitiados al saber que el Gobierno se proponía retirarse para la sierra rompiendo el sitio.  Los oficiales más jovenes y belicosos decidieron desobedecer esa orden y atacar la plaza.  Decididos para el asalto, se organizaron  tres columnas de cerca de 200 hombres cada una: La primera se componía de cazadores, que debía atacar por las calles de Sangre de Cristo, Estanco y Sagrario, se puso a las ordenes del Teniente Coronel, Don José María Batalla y como segundo el Capitán Don Vicente Altamirano. La segunda de granaderos, debía hacer un ataque paralelo por las calles del Carmen de Arriba, Campana y Colegio de Niñas, era mandada por el Teniente Coronel Manuel Velasco y por el Comandante Porfirio Díaz,  y la tercera que debía atacar por la calle de la Barranca, paralela también hasta la esquina de la Virgen de Piedra, se puso a las ordenes del Teniente Coronel Don José M. Ballesteros y como segundo al Capitán  D. Luis Terán y una columna de reserva que marchaba a la retaguardia de las columnas de asalto. Al amanecer del día 16 de enero de 1858, salieron al mismo tiempo las tres columnas por las calles que se les había designado. A la mitad de la marcha de la primera columna, cayó mortalmente herido el Teniente Coronel Batalla, quien murió a pocas horas, como quien dice dejó de dar batalla y quedó gravemente herido el Capitán  Don Vicente Altamirano. Pese a esto las columnas seguían su marcha hasta la Plaza de Armas a las ordenes de Don Mariano Jiménez.  La segunda columna forzó la trinchera de la calle de la carcel, volteó el cañón que la defendía y marchó con el hasta el atrio de la catedral. La tercera columna llegó sin obstáculos hasta la esquina de la concepción y atacaba de flanco el Palacio sin haber tenido que forzar más que una barricada de adobes que no tenía artillería, detenida la segunda columna a cargo del Comandante Díaz, en la esquina formada por la Alameda Central, Catedral y Portal del Señor, se le incorporó  la primera columna que había quedado sin jefes, y había penetrado forzando la trinchera del estanco, pero todo en desorden. En algunos ataques que intentaron las fuerzas liberales por dentro del Portal del Señor,   les mataron a  muchos oficiales, sargentos, soldados e hirieron gravemente al Teniente Coronel Velasco, por lo que quedó al mando el Comandante Díaz, que de inmediato organizó una nueva columna con el personal de la primera y la segunda y marchó directamente al palacio. Atacó por la puerta principal, mientras el Teniente Terán lo hacia por la puerta del costado, el enemigo fue abatido por las dos puertas, quedando derrotado y perdiéndo muchos oficiales y tropa.

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martes, octubre 27, 2015

Porfirio Diaz, el héroe olvidado. Capitulo III

JEFATURA POLITICA DE IXTLAN.
1855 - 1856.

 En la nueva organización que el General García dió al Estado de Oaxaca, nombró a Porfirio Díaz  por sus meritos en campaña Jefe Político del Distrito de Ixtlán que formaba parte del Departamento de Villa Alta, El joven Díaz trató ahí de organizar la Guardía Nacional pero el Gobernador  del Departamento Don Nicolás Fernandez, se lo prohibió alegando que no era necesario.  Pese a esta negativa Díaz  fomentó en los ciudadanos el amor a la patria, al orden, a la defensa de la libertad y así logró formar una pequeña Guardia Nacional con los pocos espontaneos que lograba convencer.  Amagado un día el Gobernador de Villa Alta por una partida armada de juchitecos, pidió auxilio desesperado;  de inmediato Porfirio Díaz  se puso en marcha con 100 hombres de la improvisada Guardia Nacional y con eso fue suficiente para alejar al enemigo que puso en jaque a Villa Alta y a su confiado Gobernador.
Más tarde siendo ya Gobernador Don Benito Juárez  autorizó a Porfirio Díaz,  por su destacada intervención durante la invasión de los juchitecos, a organizar la Guardia Nacional del Distrito y le dió fusiles e instrumentos de banda y le otorgó el grado de Mayor de Infantería de Guardía Nacional, llegando a ser la principal y casi la única organización armada del partido  Liberal en el Estado.

El Mayor de Infantería de Guardia Nacional Porfirio Díaz, permaneció cerca de un año como Jefe Político de Ixtlán. Pero habiéndo sido electo Teniente, por una de las Compañías del Primer Batallón de Guardias Nacionales de Oaxaca y como no le agradaba mucho el trabajo de  escritorio, ya que su pasión era luchar, estar en campañas, cabalgar por los montes y llanuras, las armas, las estrategias, le solicitó al Lic. Juárez, que le permitiera entrar al servicio activo militar y que dispusiera de la Jefatura de Ixtlan. Juárez le explicó que el sueldo sería menos, pero al ver el entusiasmo del muchacho, aceptó y para que la diferiencia no fuera mucha lo nombró Capitán.  Como no había vacante de Capitán en el primer batallón, entró al segundo del que era Teniente Coronel, el Lic. Don Manuel Velasco, primero mandó la cuarta compañía de fusileros, después el Gobernador lo nombró Capitán de los granaderos, organizó su compañía de granaderos tomando lo mejor del personal del batallón.

GUERRA DE REFORMA.

Guerra de Reforma o Guerra de los tres años, del 17 de diciembre de 1857 al 1o. de enero de 1861, conflicto armado entre  Liberales y Conservadores, inició cuando el General Felix Zuloaga, del Partido Conservador, lanzó el Plan de Tacubaya, en el cual exigian la anulación de la Constitución de 1857, la permanencia de Ignacio Comonfort en la Presidencia y la elaboración de una nueva Constitución. El Partido Conservador estaba formado por aristócratas, el clero y terratenientes, que buscaban una Monarquía en México, conservar la religión católica como única y el monopolio en la educación. El Partido Liberal, lo componian intelectuales, profesionistas, estudiantes, campesinado, que pugnaban por un trato igualitario, Libertad, Justicia y Democracia.


IXCAPA
13 de agosto de 1857.


Por algunos meses nada extraordinario pasó en Oaxaca, pero pronto cambió el panorama, los conservadores apoyados y dirigidos por el clero habian encendido la guerra civil, exaltado por la Constitución del 5 de febrero de 1857, proclamando en sus planes revolucionarios los principios de religión y fuero.  El movimiento llegó a Oaxaca en julio de 1857, se pronunció en el Distrito de Jamiltepec, por el Coronel Don José Ma.Salado.  El Gobierno del Estado ordenó ir a detener a las fuerzas conservadoras, el servicio recayó en el 2o. batallón, a las ordenes del Teniente Coronel Velasco, donde pertenecía la compañía de granaderos formada por Díaz. En el camino a Ixcapa y Cuajinicuilapan del distrito de Ometepec, les salió al paso el batallón del coronel Salado con 700 hombres, el Teniente Coronel Velasco, al ver la superioridad númerica del enemigo le manifestó a su tropa que era mejor retirarse porque de seguro serían derrotados.  El Capitán Díaz, desobedeciéndo la órden, dirigió unas palabras de aliento y empuje a sus hombres y sin esperar más mandó armar y calar bayoneta y se puso en marcha sobre el enemigo, lo mismo hizo el valeroso Teniente Ramírez, Comandante de la Compañía de Ejutla.  Antes de chocar contra la columna que descendia de la colina y al pasar por una boca-calle del pueblo les sorprendió por la derecha muy cerca otra columna enemiga y quedaron atrapados entre dos fuegos, en los primeros disparos le dieron un balazo al Capitán Díaz, que atravesó su última costilla falsa, sin haber perforado los intestinos, afortunadamente la bala quedó entre ellos, lo cual le originó una peritonitis aguda.  El tiro lo derribó, pero se levantó violentamente y herido como estaba estimuló con gritos a sus soldados para continuar luchando con todas sus fuerzas, haciendo huir a la tropa de conservadores, al ver el éxito obtenido, los liberales rezagados entraron también al combate, con esto se derrotó contundentemente al enemigo, aquí murieron Pedro Gazca y José Ma. Salado. Despues de la batalla, el Mayor Montiel, compañero del regimiento curó rudimentariamente a Díaz, más que nada para detenerle la hemorragia, después llamaron a un curandero que se limitó a ponerle un ungüento de ocote, huevo y grasa que por poco y lo mata, como los días pasaban y ya se sentian muy mal él y los demás heridos, dispuso ir a Oaxaca, unos en camilla y a caballo los que podian montar, a medio camino se toparon con el Dr. Esteban Calderón, quien por instrucciones del Sr.Gobernador, ya llegaba para atenderlos y llevaba las medicinas, en la hacienda  del "Pie de la Cuesta", les dieron permiso de quedarse mientras se restablecian, El Doctor le practicó varias itervenciones dolorosas a Porfirio  para extraerle la bala que no encontró, pero drenó toda la pus y esquirlas que habían quedado y que de no haber salido pudieron causarle la muerte.

Proximo capitulo: PRIMER SITIO DE OAXACA Y UN PLAN DESESPERADO

lunes, octubre 19, 2015

Porfirio Diaz, el héroe olvidado. Capitulo II

REVOLUCION DE AYUTLA. 
El inicio de la leyenda.

El 1o. de marzo de 1854, el Coronel Florencio Villarreal y el General Juán N. Alvarez, proclamaron el Plan de Ayutla, movimiento generado en contra de la dictadura de Antonio López de Santa Anna, que gobernaba con el titulo de su Alteza Serenísima, con un régimen totalmente conservador que perseguía a los liberales y tenía mucha hostilidad en contra de los abogados.  La lucha se realizó con el objeto de establecer un  Gobierno Republicano y Democrático. Don Marcos Pérez, que había emprendido en Oaxaca trabajos revolucionarios apoyando el Plan de Ayutla en combinación con Don Mariano Zavala, Don José García Goytia, Don Manuel Ruiz y Don Pedro Garay, que estaban en México y habían sido Diputados por el Estado de Oaxaca al Congreso de la Unión, fue descubierto por una correspondencia revolucionaria que estos señores le dirigieron y con este motivo se le procesó y se le puso en una prision muy rigurosa, y fueron conducidos  a Oaxaca sus complices,  se les encarceló en el convento de Santo Domíngo De Guzmán. Estando ya preso Don Marcos Pérez, al joven Porfirio Diaz se le presentó la ocacion, que con gusto aprovechó  de darle un importante servicio, resulta que fue a cobrarle un adeudo que tenía el Coronel Pascual León, con su tío el cura Don Francisco Pardo y por una casualidad el Coronel lo dejó sólo en su despacho ahí Porfirio vió sobre el escritorio el proceso de los prisioneros y pudo darle una ojeada enterandose de las declaraciones que habían hecho los complices de Don Marcos Pérez,  con este objeto emprendió en compañía de su hermano Felix, el escalamiento del convento que servia de cuartel y prisión. Sortearon muchos peligros para escalar por las noches los altos y sólidos muros del citado convento que casi era una fortaleza, pero gracias a la agilidad que habían adquirido por hacer mucho ejercicio desde pequeños les facilito la tarea, y lo realizaron por tres ocaciones, fue una verdadera hazaña, como entrar a la boca del lobo ya que el lugar estaba lleno de centinelas dispuestos a tirar a matar si veian a un intruso. Pero con mucha voluntad y entereza lograron su propósito darle ánimos y hacer del conocimiento al Lic. Pérez de lo que se había enterado, se comunicaban en latín por si alguien los escuchaba no sabrian de que se trataba, asimismo le informó que había llegado  una amnistía para éllos.

 Pero este acto de lealdad y amistad en lugar de ayudarlo lo  perjudicó,  ya que se filtró la noticia de lo que hicieron y solo consiguió que se le viera con desconfianza cuando llegó a oidos del Coronel Lazcano, al mando del batallón activo de Oaxaca que estaba en el cuartel, quien reforzó la guardia  y además puso perros en la azotea del convento para evitar que alguien más pudiera sorprenderlos. Debido a esta circunstancia y porque votó publicamente por el General Juán N. Alvarez y no por Santa Anna, se giró orden de aprehención en su contra pero fue avisado oportunamente por Serapio Maldonado que era Agente de Policia y conocido suyo, entonces se fue a la casa de Don Marcos Pérez quien había sido desterrado a Tehuacán, a sacar unas pistolas por estar más cerca que la suya y para arreglarle unos papeles de asuntos pendientes, al pasar por la calle de Manero, estaba en la puerta de la tienda el joven dependiente Pardo quien le hizo una seña para que viera a Marcos Salinas, uno de los policias que venía en su busca, entonces corrió toda la cuadra y otra contigua y se metió en la casa de Flavio Maldonado condiscípulo y amigo suyo.  A poco llegó Anacleto Montiel que era el Jefe de la Policia, saludó en voz alta y preguntó por él, a lo que se le contestó, para que no sospechara que se encontraba alli que no estaba en la casa, pero que regularmente iba a esa hora, que no tardaba en llegar, que si quería verlo podría esperar un poco.  Se estableció la policia en la esquina de la calle en donde estaba la casa de Maldonado, y otra partida en la puerta de su casa; pero Porfirio ya había hecho traer sus armas y su caballo que su mozo sacó de su casa suponiéndo que lo llevaba al rio de Atoyoc y en un canasto su silla, pistolas y sables y salió como a tirar basura sin que la policia sospechara nada.

Un hombre llamado Esteban Aragón, valiente y muy enérgico, le había hablado en varias ocasiones sobre su ideología revolucionaria, sabiéndo donde vivía lo mandó llamar, y le propusó que se fuera con él a la revolución, le contestó afirmativamente, pero le dijo que no tenía caballo, Porfirio le dijo que podía darle una pistola, un sable y una silla de montar, que él consiguiera el caballo, Aragón cogió un sable, lo ocultó bajo su jorongo y salió rumbo al río a donde llevaban a los caballos a tomar agua, amenazó al dueño con el sable, le quitó el caballo se montó en pelo y se presentó en la casa de Maldonado para que violentamente iniciaran la marcha, ensillaron sus caballos y ya listos, acometieron la salida, los policias les salieron al paso, pero Porfirio se puso inmediatamente a la defensiva y Aragón acometió con bastante brío y así es como de esta manera se vío obligado el soldado legendario a dejar por un tiempo su ciudad natal Oaxaca.

Se fueron por Ocotlán y Santa Catarina, hasta Ejutla cabalgando todo el día siguiente: en la noche atravesaron las poblaciones, y así continuaron hasta la Mixteca, donde se encontró aquello revuelto; pues había proclamado la revolución José María Herrera de Huajuapan, el pobre tenía muy poca gente, indios monteros casi desarmados pues solo estaban provistos de machetes y otros instrumentos de agricultura.

Porfirio Díaz convenció a Herrera de hacer las cosas a su manera, porque él sabía más ya que había hecho un regular estudio de arte de la guerra, en una cátedra de estrategía y táctica, dispuso entonces que esperaran en la cañada de Teotongo al Teniente Coronel Canalizo del 4o. de Caballería, que venía a atacarlos con una columna de infantería y caballería, quien tenía como 80 o 100 caballos y 50 infantes, esta era muy poca fuerza pero para éllos la mitad hubiera sido suficiente para hacerlos pedazos, si no hubieran contado con los grandes accidentes del terreno.

En un aguaje que hay en la cañada de Teotongo con exhuberante vegetación, a Díaz le pareció natural que los soldados, con la fatiga, se detendrían a beber agua, y en efecto, se detuvieron muchos sobre todo la infantería, los de caballería siguieron su camino.  Horas antes había ordenado aflojar muchas piedras en el cerro dispuestas con trancas y hacerlas rodar en un momento dado, cuando los soldados se acercaran a tomar agua, apostó a sus pocos hombres en lugares estratégicos, apenas tenían unas 30 escopetas los demás traian hachas, machetes y otros instrumentos de labranza y se prepararon a la lucha.  Como habia previsto, cansados y sedientos los soldados de infantería se detuvieron para  tomar agua, la caballería siguió su camino, esperaron el momento propicio y los sorprendieron, les hicieron una descarga y a la vez una avalancha de piedras les cayó encima, causaron muchas bajas, muertos, heridos, los demás huyeron despavoridos. Se dispersó también la gente de Huajuapam y Díaz, Aragón y Rivera, desconocido hasta entonces siguieron su camino.  Este fue el primer combate del General Porfirio Díaz Mori.  que desde un principo demostró valor, audacia e inteligencia para realizar sus campañas militares.  La Revolución de Ayutla finalizó el 9 de agosto de 1855, con el triunfo de los liberales. Santa Anna, intentó reprimir la insurrección a toda costa, decretó la muerte a quien apoyara la Revolución, obligó al reclutamiento y en venganza de sus derrotas incendió muchas haciendas, pero nada pudo detener la fuerza del pueblo y al fin derrotado y humillado  abandonó el país.  El General Juan N. Alvarez, quien había encabezado la revolución se convirtió en Presidente Provisional de México. Don Benito Juárez, que se encontraba exiliado en el extranjero por  un altercado que tuvo con Santa Anna, regresa a Oaxaca, es nombrado Ministro de Justicia, por el General Alvarez.

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