EL CAMINO DE PUEBLA PARA EL RANCHO
DEL CORONEL BERNARDINO GARCIA
21 DE SEPTIEMBRE DE 1865.
Una vez en su casa donde
lo esperaban además de su sirviente, el guía de a caballo montaron y salieron
por la Garita de Teotihuacán, afortunadamente la puerta estaba abierta y los
guardias dormidos por lo que no se dieron cuenta de su salida. Una vez
fuera de la Garita y calculándo que era necesario ganar tiempo hicieron su
marcha a galope tendido más de una milla. Hubo un momento en que creyeron
ser sorprendidos por alguna patrulla, porque se les marcó el alto con
imprecaciones muy duras; pero no eran sino unos pobres indios metidos en una
doble rampa, que al oir el tropel de gente a caballo y al galope temieron que
cayeran, como en efecto cayeron sobre éllos, porque una vez entrados sus
caballos en la rampa de arcilla resbalosa por la lluvia fueron a dar hasta el
fondo sobre los burros y los indios. Despues de cambiar las escusas que
fueron posibles salieron por el lado opuesto y siguieron su camino evitando el
paso por los lugares poblados, por ese motivo tuvieron algunas veces que cruzar
grandes sembrados de maíz ya seco, cuyas mazorcas les golpeaban mucho sus
rodillas y las cabezas de sus caballos.
El Coronel Bernardino García, debía esperarlos con su guerrilla en
el paso de Santa María del Río, situado ya en los confines de Guerrero con el
de Puebla, pero como su fuga no tuvo lugar el 15 como lo había anunciado el
General Díaz, sino hasta el 20, ya García no lo esperaba. Entre las 8 y
las 9 de la mañana del día 21 de octubre. LLegaron al paso del río
Mixteco, sin ningún contratiempo. Como no estaban lejos de allí las
fuerzas imperialistas del Coronel Flon, el General Díaz ya no abandonó su
caballo ni sus armas y mientras sus compañeros de viaje pasaban en las balsas,
él pasó a nado montado en su caballo y los esperó en el otro lado del río.
El temor del General Díaz no era infundado; despues de algunas
millas que recorrieron a galope llegaron al pueblo de Coayuca donde había una
fiesta y probablemente con ese motivo habría algunos hombres de la guerrilla de
García. Con objeto de averiguarlo mandó al guía al centro del pueblo,
mientras él y su mozo pasaban por los suburbios para juntarse los tres y volver
a tomar el camino del otro lado. En la travesía se encontró con el
Alcalde del Pueblo a quien conoció por el bastón de mando que llevaba y se le
hizo inconveniente pasar sin saludarlo y decirle algunas palabras, le comentó
que iba a la costa a comprar ganado, pero desgraciadamente el Alcande lo
reconoció, lo felicitó por estar en libertad y le ofreció amablemente que se
quedara unos días en su pueblo que ahí estaría seguro y podría comer, asearse y
descansar, el General Díaz le agradeció su ofrecimiento pero no aceptó y siguió
su camino.
Apenas había dado unos cuantos pasos, cuando empezó a escuchar un
tiroteo muy nutrido que de pronto le pareció serían fuegos artificiales, pero
no tardó en oir el silbido de algunas balas. Entonces se dirigió a galope sobre
la colina, separandose del camino que debían llevar y haciéndo la travesía a
campo traviesa. Desde la colina pudo ver que en efecto se trataba de un
combate en el centro del pueblo y con más razón apresuro su marcha. A pocos
momentos lo alcanzó el guía, y le informó que un escuadrón de Flon había caído
de improviso a la población, con el objeto de sorprender a los guerrilleros de
García que supondría habían acudido a la fiesta como lo hicieron en efecto.
Siguieron sin ser molestados hasta el Rancho de García, que
distaba de allí unas 16 o 20 millas y que quedaba ya en territorio de Guerrero.
García tenía un sistema de aviso que lo ponía a cubierto de toda sorpresa
y con ese motivo permanecieron allí desde el medio día que fue la hora en que
llegaron hasta el siguiente a las siete de la mañana.
Durante la noche llegaron a visitar al General Díaz, más de diez
municipalidades de los pueblos de los alrededores que aunque aparentemente
obedecían a las autoridades imperiales, simpatizaban con la causa de la
independencia.
TEHUITZINGO
22 DE SEPTIEMBRE DE 1865.
A las 7 de la mañana del
día 22 de septiembre, emprendieron la marcha el Coronel García, un asistente,
un clarín, el General Diaz, su criado y su guía, previamente había citado
García a los hombres de su guerrilla para un paraje despoblado en el camino de
Tehuitzingo, uno de los pueblos del estado de Puebla, en el cual había unos 20
infantes de guardia imperialista, cuando llegaron al lugar de la cita apenas
eran por todos 14 hombres montados todos y armados con pistolas de repetición y
sables y muy pocos no llegarían a ocho con carabinas, hicieron algún rodeo para
entrar a Tehuitzingo, por la parte más deprimente del terreno y mejor arbolada,
y una vez allí se dividieron en dos grupos que debían caer simultaneamente a la
plaza donde estaba la guardia, lo sorprendieron sin resistencia y sin
derramamiento de sangre, se hicieron de todas sus armas y municiones y
reclutaron en el pueblo muchos voluntarios que se les presentaron no con malos
caballos pero si con pésimos aperos y la mayor parte sin armas. Los armaron con
los fusiles quitados a los guardias civiles y así formaban al anochecer 40
hombres.
Así comenzó el héroe olvidado General
Porfirio Díaz Mori, con buenos auspicios su 3a. campaña contra la intervención
extranjera; la falta de recursos y la pobreza de los lugares por donde
expedicionaba, no le permitieron por más de un año, avanzar gran cosa, pero al
fin después de Miahuatlán, vino a coronar su empresa el éxito mas completo.
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