VISITA AL GENERAL JUAN ALVAREZ EN LA
PROVIDENCIA
DEL 1o. DE OCTUBRE AL 20 DE NOVIEMBRE
DE 1865.
No contando con recursos suficientes para hacer una campaña exitosa y teniendo que operar en el Estado de Guerrero, que correspondía a la División Militar del General Don Juán Alvarez, el General Díaz decidió ir a la Providencia, donde tenía su casa y Cuartel General el citado General, con objeto de discutir con él algún plan regular de campaña y recibir algunos eleméntos si estaba en situación de facilitarselos. Vivía el General Alvarez con mucha pobreza y todo lo que consiguió fueron 200 fusiles de percusión con sus respectivas municiones y órdenes para las autoridades del Estado de Guerrero de quien era Gobernador su hijo Don Diego Alvarez, para que le proporcionara viveres, comprometiéndose el General Díaz que la colecta sería con equidad en todos los pueblos que estaban a su alcance.
Su recibimiento en la providencia fué bastante benévola y
cordial por parte del General Juán Alvarez y al principio también de su hijo
Don Diego. Por desgracia, la protección que allí encontraron fue infinitamente
menor de lo que se esperaba: sin embargo, la autorización para colectar viveres
en los pueblos del Estado era una buena base a falta de mejores recursos.
Se incorporó a la tropa del General Diaz en la Providencia, el
General Don Francisco Leyva, que no teniéndo elémentos con que continuar
haciéndo campaña se había replegado a vivir con el General Juán Alvarez.
Leyva tenia 10 o 12 oficiales, entre los cuales estaba el Teniente
Coronel de Infantería Don Manuel Travesí, a quien el General Díaz nombró su
Secretario, y dió lugar en su Estado Mayor al Coronel José María Pérez Millena,
al Teniente coronel de Caballería Martín Rivera, al Teniente Coronel de
Infantería Manuel Aburto y a los Tenientes de Infantería José María Ramírez
Pisarro y Miguel Marín. También se le incorporó un grupo como de 20
soldados de la Guardia Nacional de Oaxaca, que a la fecha de la ocupación de
aquella Ciudad, se encontraban en algunas comisiones del Servicio en la
Mixteca, y para no someterse al enemigo, se replegaron al Estado de Guerrero y
estaban con el general Alvarez. La mayor parte de estos eran Sargentos y Cabos. El General Diaz con su tropa permaneció en la Providencia por una semanas
y cuando se retiró despues de haber obtenido los recursos que le facilitó Don
Juán Alvarez. Lo acompañaron él y su hijo hasta el rancho de Jaltianguis que
pertenece a la hacienda y dista de élla tres leguas, en donde pernoctó.
Al despedirse del General Díaz en ese punto el General Alvarez, le
regaló unas pistolas y otros objetos de su uso privado utiles para la campaña y
con esa franqueza que tienen los ancianos para los jovenes y que se acentuan
más cuando se consideran hombres superiores le manifestó la pena que le causaba
no poder acompañarlo por su avanzada edad y con ese motivo le dijo, señalando a
su hijo don Diego, que él no era como los muchachos de ahora que solo viven al
calor del hogar. El General Díaz no supo si esta franquesa o descuido del
General Don Juán Alvarez, serían la causa de alguna tibieza que después comenzó
a sentir en la acción del Gobierno del Estado de Guerrero, no obstante que el
referido Don Juan Alvarez, siempre permaneció muy bien dispuesto a ayudarlo en
todo lo que le pedía a el directamente para el servicio público siempre que
estuviera en su facultades.
La poca voluntad del Gobierno del estado de Guerrero comenzó
hacerse sentir por la dificultad con que los pueblos del estado daban su
cooperación en especie para el mantenimiento de su tropa, cosa que no le
llamaba la atención porque son pueblos muy pobres, pero si era digno de notarse
que al hacerle algunas remisiones de varios de los pueblos más simpatizantes
con la causa de la Independencia, le suplicaban que no diera aviso de ellas al
Gobierno del Estado.
Afortunadamente al dar mayor ensanche a sus operaciones, abandonó
el territorio del Estado de Guerrero y no volvió ya su Gobierno a tener motivos
de desagrado por su presencia y sus operaciones en aquellos pueblos, pero no
por esto cesó su celo respecto de él.
Algunos años despues tuvo necesidad el General Díaz de rectficar
publicamente una aseveración de Don Diego Alvarez, cuando ya había muerto su
padre, durante cuya vida no lo hubiera hecho por el gran afecto que sentia por
el General. Es el caso que estando en Oaxaca el General Díaz a fines de
1866 y antes de saber que podía tener armas de la remesa que su Legación en
Washington hizo a la línea de Oriente, y de los que fue conductor el General
Pedro Baranda, le avisó El General Alvarez que había llegado a la Boca de
Tecuanapa un norteaméricano llamado Stone, en un pailebot en que traía algunos
fusiles de percución que no pasaban de 500 con sus respectivas municiones
labradas.
Como las armas constituían su primera y más urgente necesidad,
inmediatamente contesto Díaz a Alvarez, que al dia siguiente saldía de Oaxaca
el Teniente Coronel Luis Mier y Terán con el dinero y las mulas necesarias para
comprar esas armas y conducirlas a Oaxaca y le encargó que las hiciera
desembarcar e internar hasta Pinotepa y que él pagaría todos los gastos que ésto
ocasionara. El Teniente Coronel Terán encontró en Pinotepa a Stone con
las armas, las trató, las pagó y las condujo a Oaxaca.
Terminada la guerra, publicó Don Diego Alvarez una cuenta de los
gastos que hizo durante la intervención extranjera, en la que aparecía una
partida de data por el costo de las armas y municiones que el General Díaz
había comprado a Stone. Como en la cuenta que él había rendido antes que
la de Don Diego, figuraba la misma partida, se vió obligado a rectificar la que
éste presentaba, ofreciéndole que la aceptaría y pagaría si le presentaban sus
respectivos justificantes. Las que nunca recibió, ni volvió a hablarse de
ese asunto.
OCUPACION DE TLAPA
25 DE NOVIEMBRE DE 1865.
Con el auxilio personal y mmaterial que el General Porfirio Díaz obtuvo en la Providencia, regresó a Tlapa donde había dejado el grueso de su fuerza, al llegar a Tixtla, supo que un Jefe austriaco llamado Duque de Bernad con 700 infantes y una fuerza de traidores de 300 hombres mandados por Visoso y seis piezas rayadas de montaña habían ocupado Tlapa y el Coronel Segura de los republicanos ocupaba un cerro muy defendido a la vista de esa población. Entonces el General Jiménez que mandaba en Tixtla pasó a disposición del General Díaz, por orden el General Alvarez, un pequeño batallón de Guardia Nacional de Chilapa que constaba de 200 hombres, con ese batallón emprendió la marcha el General Díaz por los poblados de la montaña, entrando por Hueyenecantenango y levantándose en son de guerra, aunque no se pueda decir en armas, porque no las tenían logró poner en acción a más de 2000 indios que marcharon de montaña en montaña, paralelamente con su fuerza armada de 200 hombres y el batallón de cabos y sargentos oaxaqueños, hasta salir por la espalda a sus soldados que a las ordenes del Coronel Segura ocupaban un cerro a la vista de Tlapa.
Como el Duque de Bernad vió salir simultáneamente por todas las
cuestas que formaban la cordillera al sur de Tlapa, masas de hombres cada una
con una música de instrumentos metálicos, le pareció que por mal armados que
estuvieran debian ser muy superiores en número a su fuerza; y abandonó Tlapa, entonces Díaz despidió enseguida a los indios que ocupó dandoles las gracias por su ayuda y
devolvió al Coronel Jiménez el batallón de Chilapa porque no tenía como
mantenerlo.
El jefe austriaco tomó el camino de Chila de la Sal y acampó a la
margen derecha del río, y cuando el General Díaz con su tropa llegó a ese
punto, acampó a la izquierda. Así permanecieron algunos días, hasta que
la fuerza austriaca regresó a Tlixco, dejandole al frente a Visoso con unos 300
hombres, poco más o menos. El General Diaz recibió un aviso de un amago de
tropas procedentes de Oaxaca y con ese motivo regresó a Tlapa. Entonces
Visoso se atrevió a pasar el rio y permaneció en el pueblo de Chila.
Proximo capitulo: COMITLIPA y OPERACIONES CONTRA SILACAYOAPAN Y TLAXIACO