sábado, febrero 04, 2017

Porfirio Diaz el heroe olvidado, Capitulo XXIX


REPOSICION EN EL MANDO DE LA
LINEA DE ORIENTE
DEL 20 DE SEPTIEMBRE AL 2 DE OCTUBRE 
DE 1866.

Cuando el Gobierno tuvo la noticia de que debía evadirse el General Díaz de Puebla, que fue comunicada por Don Justo Benitez a su Ministro de Washington y trasmitida por él a la Secretaría de Relaciones Exteriores de la República, residente en el paso, y el Sr. Juárez supo que intentaba evadirse y volver a tomar las armas contra el Imperio, lo repuso en el mando de la Línea de Oriente el 2 de noviembre de 1865 considerándole las mismas facultades y atribuciones que tenía antes de la toma de Oaxaca por los franceses.


El 30 de diciembre de 1865 recibió el Gobierno Federal la noticia trasmitida por su Ministro en Washington, el 13 de octubre anterior, de que había verificado su evasión y que estaba ya en campaña en  contra de la intervención y los traidores, y en ese mismo día ratificó su acuerdo anterior.

El General Díaz recibió en Atoyaquillo, en el Estado de Oaxaca, el 2 de febrero de 1866, las órdenes respectivas de la Secretaría de Guerra,  fechadas en el Paso del Norte el día 12 de noviembre anterior, cuando se tuvo noticias de que pensaba evadirse.

El General Don Alejandro García, cuyo Cuartel General estaba en Tlacotálpan del Estado de Veracruz, había quedado con el mando de la Linea de Oriente durante el encarcelamiento del General Díaz en Puebla, y cuando volvió a la campaña siguió como segundo en Jefe.

LO DE SOTO
25 DE FEBRERO DE 1866.

Estando en Tlapa el General Díaz se enteró que una columna mandada por Don Jesús Ortega, Procedente de Oaxaca trataba de penetrar al estado de Guerrero, por Jamiltepec y Pinotepa, y que traía armamento para organizar un batallón que se llamaría Batallón de Jamiltepec.


Auxiliado por el General Alvarez, con una fuerza de Guardia Nacional de 200 hombres que mandaba el Coronel Antonio Reguera, el General Diaz emprendió su marcha por Ometepec, hacía Jamiltepec, con objeto de encontrar a Ortega, y estando acampado en una ranchería que se llama Lo de Soto, el 23 de febrero de 1866, la avanzada que tenía sobre el camino a tres leguas y compuesta de vecinos armados, abandonó su puesto, sin replegarse al campamento, y por consiguiente sin que el General Díaz, pudiera tener aviso de la presencia del enemigo a tan corta distancia, y solamente pudo verlo cuando ya hacian fuego sobre sus soldados que éstos contestaban.

Al oir los primeros tiros el General Diaz salió de un jacal que le servía de alojamiento, y se encontró con la caballería enemiga a muy corta distancia que comenzó a dispararle sus armas.  No tuvo más recursos que volver al mismo jacal; tomó sus pistolas que estaban en su montura, y no pudiendo salir por la puerta, porque por allí lo amagaba el enemigo, se habrió paso rompiendo por la parte posterior la cerca del jacal que era de mimbre e hizo otro tanto con otros dos jacales que seguían, porque al entrar sucesivamente en cada uno, sus perseguidores ocupaban la puerta.  En esos momentos encontró por accidente (suerte que tenía Don Porfirio) a un oficial con 10 hombres montados y armados, que horas antes le habían pedido permiso para ir a bañarse al río distante cosa de una legua y que regresaban en esos momentos, tomó un caballo y con esos diez hombres cargó sobre el enemigo, eficazmente ayudado por los fuegos de algunos soldados del Batallón Fieles de Oaxaca que con el Teniente Coronel Don Martin Rivera, habían ocupado un pequeño promontorio que estaba en el centro de la Ranchería y desde allí batian bien a la caballería enemiga. Con esa eficaz ayuda pudo llevarla hasta pasar una barranca único paso que tenía y que era por donde ella había venido.

Una vez que logró arrojar la caballería enemiga al otro lado  de la barranca, permaneció defendiendose, pero a poco se le incorporó el Teniente Coronel Marcos Bravo, con 20 hombres, que hasta ese momento habían podido ensillar sus caballos, y pocos instantes despues se presentó el Teniente Coronel Bernardino García, con otros 100 hombres.

Salvada así la situación, pasó la barranca poniendo en retirada a la caballería enemiga que persiguió hasta el rancho del Alacrán, donde ya no pudo continuar por haberse incorporado a su infantería y su artillería que constituia el núcleo principal de su fuerza.

Entonces comenzó a retirarse porque el General Leyva le avisó que las mulas que pastaban a más de una legua, habían llegado y que estaban aparejadas y cargadas y formada la infantería.  Entonces ordenó que marcharan rumbo a Ometepec hasta los Horcones, y notando que en este lugar podía presentarse acción con ventaja para éllos, mandó al General Leyva que hiciera alto y lo esperara. Una vez en los Horcones, se colocó en condiciones de resistir un ataque, pero el enemigo no lo aceptó y volvió a pernoctar en el De Soto y éllos en Ometepec.


En ese combate el enemigo había dejado seis o siete muertos y algunos heridos y los republicanos solo perdieron al Teniente Coronel Don Manuel Alberto Aburto, que por estar gravamente enfermo y no habiéndose acordado de el por la escaramuza, lo encontró el enemigo en su cama y lo asesinó.

Proximo capitulo: PUTLA y PLATICAS CON EL GENERAL TRUJEQUE.

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