lunes, noviembre 09, 2015

Porfirio Diaz el Heroe Olvidado, Capitulo V

TEHUANTEPEC, JALAPA Y LAS JICARAS.
25 DE FEBRERO Y 13 DE ABRIL DE 1858.

Cobos y sus oficiales derrotados emprendieron camino para el sur de Oaxaca, llegaron hasta Miahuatlán y de allí se fueron a Tehuantepec, ahí los ayudó un comerciante contrabandista inglés, les proporcionó una buena cantidad de machetes y una fuerte cantidad de pólvora, con la condición de que reorganizara sus tropas y le aconsejó que explotará a los principales comerciantes del lugar.

Reorganizado Cobos, amenazaba seriamente al Gobierno de Oaxaca, el cual se vió obligado a mandar prontamente una columna de 700 hombres  y varios oficiales entre ellos al Comandante Porfirio Díaz, todos bajo las ordenes del Coronel Don Ignacio Mejía, Ministro de Guerra, que fueran en persecución de los insurrectos. Emprendieron la marcha hacia Tehuantepec y al llegar a la hacienda de  "Tapamala", supo el Coronel Mejía que había una avanzada de infantería y caballería en el rancho llamado "Las Vacas", mandó al Capitán Francisco Cortes, con un destacamento que sorprendió al enemigo, llegando por veredas sin ser visto y los destruyó por completo.
Siguieron la marcha y al pasar por la hacienda de San Cristóbal, tuvieron noticias de que el enemigo se movia de Tehuantepec para encontrarse con ellos y en efecto el 25 de febrero de 1858, antes de que llegaran al poblado de Jalapa, comenzaron a ser tiroteados por la avanzada conservadora, pero los nuestros no se acobardaron atacaron vigorosamente a la mayor parte de la tropa que se encontraba en el convento, había también dos montículos cercanos repletos de militares que sumaban como 3,000, la mitad bien armados y la otra mitad con machetes, además tenián cuatro cañones que la Comisión Liberal de Tehuantepec al regresar a Oaxaca no pudieron llevarlos y los dejaron clavados, pero Don José Ma. Cobos, muy vivillo los utilizó y los perdió en esta importante batalla donde la victoria fue para los aguerridos liberales. Pese a toda  la superioridad númerica y al armamento que poseian, no pudieron resistir el empuje y arrojo de la fuerza liberal que aun saboreaban el triunfo obtenido en la Ciudad de Oaxaca, el combate fue muy reñido y sangriento aunque sólo duró más de una hora, hasta que los conservadores fueron totalmente aniquilados.  Como quedaron muchos heridos, nuestros héroes tuvieron que permanecer dos días en Jalapa. Así es como participó en otra batalla el ilustre y valeroso Joven Comandante Porfirio Díaz Mori.

Despues de tres semanas de permanecer en Tehuantepec, en las cuales hicieron algunas salidas en persecución de los fujitivos, sin conseguir atraparlos pues se escondian en los montes o eran protejidos por los mismos habitantes partidarios de los conservadores.
El Coronel Mejía, recibió ordenes de volver con la Brigada a Oaxaca, dejando un destacamento en Tehuantepec, le dijo al Comandate Díaz que se quedara al mando de una guarnición militar, a sabiendas de lo peligroso que era permanecer por estos rumbos con tan pocos hombres, ya que gran cantidad de los derrotados estaban merodeando en los alrededores y en cuanto se fuera el grueso del batallón, ellos quedarían a merced del enemigo,  sin embargo con la decisión y temple de acero que lo caracterizaba acató las disposiciones con disciplina y aseguró que haría todo lo posible para mantener el orden.  Por este motivo fue nombrado Gobernador y Comandante Militar del Departamento de Tehuantepec, contaba solamente con 160 hombres de su Compañía.  Lo previsto se realizó pues  apenas se retiró de Tehuantepec la columna del Coronel Mejía, cuando comenzó a ser tiroteada la guarnición durante el día y la noche. Como al mes y medio de esta situación los sublevados se acercaron a la Ciudad con las intenciones de ponerle sitio y en efecto, el enemigo había establecido su cuartel general en la hacienda "Las Jicaras", al otro lado del río como a 2 kilometros de distancia de la plaza. El Comandante Díaz, que en ese entonces contaba con solo 28 años de edad, se habia conventido en un gallardo y temible militar, tomó la decisión de salir sigilosamente  la noche del 12 de abril de 1858, con toda su fuerza, dejando al cuidado del cuartel a un pequeño destacamento y protejidos por el barrio de San Blas, que tenían algunas armas y era el único amigo que tenian entre los 15 barrios que formaban la Ciudad de Tehuantepec.

Avanzó la tropa del Gobierno por veredas y montañas a las sombras de la noche, sin que la tierra lo sintiera, hasta rebasar la retaguardia del destacamento enemigo, con el fin de atacar por donde menos se lo esperaban, llegaron al cuartel al despuntar el alba el día 13 de abril de 1858, muchos de los oficiles aun estaban dormidos, el asalto fue vertiginoso, directo, con fuerza y decisión, arrollaron practicamente a todos, la hacienda quedó destruida, esta es otra de las muchas victorias obtenidas por el Comandante Díaz y sus valientes soldados, claro que también hubo derrotas,  derrotas muy dolorosas, pero por lo pronto este fue un triunfo muy importante ya que en esta batalla murieron muchos Jefes que comandaban las tropas conservadoras, capaces de organizar una revolución. El Gobernador de Oaxaca, felicitó ampliamente a Diaz, y lo recompensó dandole el nombramiento de Mayor de Infantería.



TEHUANTEPEC
 LOS AMATES, JALAPA, TEQUISIXTLAN,
JUCHITAN. 1859.

Aunque la victoria de las Jicaras no fue enteramente decisiva sí mejoró mucho la situación de los liberales, que permanecieron por dos años en Tehuantepec. El Mayor de edad, perdón El Mayor de Infantería Porfirio Díaz y su gente hacian constantes salidas por las noches por veredas que sólo podian ir a pie para no ser descubiertos, pues todos los caminos estaban vigilados, y puestas avanzadas que ofrecian muy poca ambición a sus asaltos, y evidentemente defendian los principales núcleos del enemigo, en muchas ocasiones sorprendieron a los conservadores y ahí erá cuando entraban en acción haciendo huir a los sublevados o dejandolos en el campo de batalla.


 El 17 de junio de 1857, los conservadores llegaron a la Mixtequilla, El Mayor de Infantería Díaz y Compañía los siguieron hasta el Rancho de los "Amates", en donde trataron de hacerse fuerte, pero con poco esfuerzo los derrotaron por completo dejando allí algunos muertos, entre éllos su jefe que era el Mayor Espinosa, esta acción aunque de poca importancia le valió al Mayor de Infanteria Porfirio Díaz el ascenso a Teniente Coronel, por el Gobierno del Estado de Oaxaca,  muy bien merecido por cierto por la entrega, el valor y el deseo de servir a su patria.

El 6 de septiembre del mismo año, sorprendió de nuevo al enemigo en el pueblo de Jalapa y lo atacó vigorosamente causándole serios destrozos, el 2 de noviembre en Tequixistlán se llevó a cabo otra escaramuza.

Su situación en Tehuantepec era realmente dificil, pues estaba incomunicado con el Gobierno, sin más elementos de apoyo que su escasa fuerza, casi a diario sostenía combates con el enemigo y era muy desgastante, todos los caminos estaban ocupados por los isurrectos y no podía transitarse por ellos, porque se robaba a los pasajeros.  Para recibir la correspondencia de Oaxaca tenía que salir con una fuerza armada. Estas excursiones las hacía casi semanalmente y en ellas tenía que alejarse a veces hasta 25 leguas de Tehuantepec. Sus únicos amigos en este lugar eran el Cura Fray Mauricio López, dominico, istmeño de nacimiento, hombre bastante ilustrado de ideas liberales, el Juez que era Don Juan A. Avendaño, antiguo vecino y comerciante de Tehuantepec, tío de Don Matias Romero y Don Juan Calvo, relojero y Administrador de Correos, sin estas amistades que le brindaron su apoyo y sin una policia secreta que estableció, hubiera ignorado absolutamente cuanto pasaba en el pueblo, porque todos eran enemigos.  Sus sentimientos humanitarios determinaron no fusilar a los prisioneros poniéndolos en libertad canjeándolos por un arma o amonestándolos de que no volvieran a tomar parte en la guerra al lado de los conservadores, pero la experiencia le demostró que no sabían apreciar su generosidad y se vió obligado a cambiar de conducta.

Su situación se hizo muy dificil pues a finales del año 1958, el Gobierno del Estado no le mandaba ningún recurso, ni aun el remplazo de los hombres que se perdian en las batallas, por lo que su fuerza había quedado reducida a cosa de 130 hombres. Consideró indispensable hablar personalmente con el Gobernador para describirle su situación con objeto de remediarla, gran parte de los soldados que le quedaban estaban con él por afecto personal.  Un día los sacó de Tehuantepec y los llevó hasta San Carlos Yautepec, como si se tratara de una de tantas expediciones periódicas que hacían para proteger el correo, sin decirles cual era el objeto del movimiento.  En Yautepec los formó, les informó de la situación y del propósito de su marcha, y les ofreció que estaría de vuelta antes de cinco días y que tomaba sobre él la responsabilidad de todo trastorno causado por su ausencia.  Volvió en efecto antes de los cinco días, despues de haber arreglado parcialmente sus dificultades con el Gobierno, pues tan solo consiguió que el Gobernador, mandara un refuerzo de tropa a las ordenes del Coronel Don Cristóbal Salinas, pero esta fuerza estuvo solamente por dos semanas, y regresó a Oaxaca, dejándolo en peores circunstancias.  Entonces se dirigió al señor Juárez en Veracruz, y en respuesta recibió dos mil pesos de que fue conductor el Teniente Coronel Don Francisco Loaeza.

La amistad de los juchitecos no era muy sólida ni estaba basada en principios, sino en su gran enemistad y rivalidad con el pueblo de Tehuantepec. Cuando se retiró el Coronel Salinas, la situación para el Teniente Coronel  Díaz, empeoró, porque los Juchitecos empezaban a entenderse con los sublevados de Tehuantepec, pero un incidente inesperado vino a disipar este grave peligro.


 El día 1o. de enero de 1859, siguiendo su costumbre concurrieron centenares de familias juchitecas  a la fiesta de Año Nuevo que se celebra en Tehuantepec, y exparcida la voz de que Díaz, había dado municiones de fusil a los juchitecos, y que esas municiones caminaban distribuidas en las carretas en que regresaban las familias a Juchitán, los sublevados las asaltaron en su regreso de la fiesta.   El Teniente Coronel Díaz acudió en su defensa, no sólo con las tropas juchitecas, sino con sus compañías, con sus pocos soldados hizo grandes estragos a los asaltantes y los persiguieron hasta meterse en una laguna en que les daba el agua a la mitad del cuerpo y en donde los salteadores se habían refugiado creyendo sin duda que allí  no los seguirían.  Considerando que esto era una buena oportunidad para tener agradecidos a los juchitecos e impedir que se pusieran de acuerdo con los sublevados siguieron escoltando el convoy a pie, hasta cerca de Juchitán, en donde lo alcanzó su ordenanza con su caballo y algunos otros oficiales. Pasaron la noche en aquella ciudad, y convocó a una reunión popular para hacerles presente la necesidad de exterminar a los pronunciados.  Por este medio logró que se alistaran como 2000 hombres, que distribuyó en pequeñas fracciones, para hacer una batida a todo el territorio del Departamento. Así se verificó y esto dió muy buenos resultados porque en esa batalla perecieron varios de los cabecillas de los rebeldes, se recogieron algunas armas y sobre todo se imposibilitó la mancomunidad de acción de los juchitecos con los de Tehuantepec.


A consecuencia de haberse publicado en el Departamento de Tehuantepec las Leyes de Reforma del 12 y 13 de julio de 1859 y las del 27 del mismo mes, que establecían el Matrimonio y el Registro Civil, expedidos por el Gobierno Federal, residente en Veracruz, el pueblo de Juchitán las consideró como un ataque a la religión, y se pronunció contra el Gobierno de Oaxaca.  Para el Teniente Coronel Díaz esto era un inconveniente muy importante ya que el barrio de San Blas, el pueblo de Guevea y el de Juchitán eran sus únicos aliados, no podía prescindir de éste, ni estaba lo bastante fuerte para aceptar su reto; y por lo mismo, al tener  noticias de su pronunciamiento se dirigió a Juchitán, acompañado del Cura Fray Mauricio López, de un ayudante y de un ordenanza.  Al llegar al pueblo, dejó a sus acompañantes en los suburbios y entró solo con el propósito de meterse en la casa de Don Alejandro de Gives, antiguo vecino y rico comerciante frances, que estaba muy apreciado y bien relacionado en ese lugar, y llamar alli a los cabecilllas de la sublevación para tratar de entenderse con ellos. Pero antes de llegar a esa casa encontró una partida de los pronunciados ebrios y armados, quienes al verlo y considerandolo como enemigo por haberse ellos pronunciado contra el gobierno a quien Diaz servia, se prepararon para abrir fuego, pero valiendose de su don de convencimiento logró contenerlos, diciendoles que como amigo que era de ellos iba a acompañarlos y a seguir su suerte.  Entraron en conversacion y fueron a la plaza del pueblo, (o mejor dicho cantina) en donde logró calmar el temor que tenian  de que hubiera llevado fuerza armada,  diciéndoles quiénes eran los que lo acompañaban, y a quiénes fueron a recibir para cerciorarse de que no llevaba tropa. Una vez en la plaza y calmados ya, persuadidos de que el Teniente Coronel  Diaz había ido solo, se prestaron a escuchar lo que Fray Mauricio les explicó en lengua zapoteca acerca de la ley del Registro Civil que en nada afectaba la religión, y que si eso fuera así, él habría sido el primero en tomar las armas en defensa de la fe. A media peroración de Fray Mauricio, de pronto se escuchó la voz airada y descompuesta de uno de los cabecillas de Juchitán, que algunos años después asesinó a su hermano Félix, que incitaba imperiosamente a los presentes para que los mataran allí mismo  a Fray Mauricio y a Porfirio Díaz,  porque de otro modo lograrían convencer al pueblo de que habían hecho mal en pronunciarse y el triunfo sería de ellos. Uno de los ancianos, que son allí muy respetados del pueblo, regañó y castigó severamente a este individuo, lo cual permitió que Fray Mauricio terminara su discurso y que la demás gente se convenciera de que habían hecho mal en sublevarse y convinieran en volver al orden. De esta manera lograron salvarse de uno de los mayores peligros que se presentó durante su permanencia en Tehuantepec.


Proximo Capitulo: TEHUANTEPEC CONDUCCION DEL ARMAMENTO DE MINATITLAN A LA VENTOSA, SANTA MARIA AREU.

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