DON JUAN PABLO FRANCO
DEL 14 DE OCTUBRE DE 1866 AL
30 DE ENERO DE 1867.
Don José Pablo Franco, que desde que el Gobierno Federal abandonó la Ciudad
de México y se organizó en ella el primer simulacro de administración
intervencionista, se había manifestado partidario activo y entusiasta del
imperio, fué al fin nombrado préfecto superior político de Oaxaca y acompañó en
su expedición a los Generales Gartois D'Hurba y Bazaine, sirviéndoles con mucha
actividad y eficacia, y haciéndoles creer que ejercía gran prestigio en dicho
Estado sí como en el de Chiapas.
Después de la Batalla de
Miahuatlán, aprovechó Franco la salida de una fuerza de caballería que mandaba
Oronoz a Puebla escoltando al Obispo Covarrubias para ir con él a esa Ciudad.
Covarrubias había sido uno de los más aficionados auxiliares de la
intervención, y se asustó mucho por lo que pudiera pasarle si caía en manos de
los republicanos por lo que mandó a preguntarle al General Porfirio Díaz que
consideraciones le guardaría si tomaba a Oaxaca. Siguiendo su sistema de duro y
cruel que tan bien le había funcionado para infundir terror a sus adversarios,
le contestó que lo fusilaría con su gran uniforme de obispo, lo cual lo
desmoralizó completamente y otro tanto le pasó a Franco lo que motivo la pronta
salida de ambos para Puebla.
Estando en México Franco con Don
Manuel Dublán, después de la rendición de Oaxaca, se pusieron de acuerdo para
ir con una escolta de traidores hasta Tehuacán, que todavía estaba en poder del
enemigo, a recibir a sus respectivas familias, que habian mandado a traer de
Oaxaca. Con este propósito salieron de México, pero en Puebla comprendió
Dublán que había peligro en seguir adelante, y manifestó a Franco que lo
esperaría allí si él continuaba su marcha, aconsejandole que no pasara de allí.
Avisados los puestos avanzados
que tenían los republicanos en algunos lugares cercanos de la carretera
que conduce de Puebla a Tehuacán, de que llegaba a Tlacotepec una fuerzas
de caballería enemiga, en tal número que estas podian batir, lo dejaron entrar
a Tlacotepec para atacarla en dicha población con ayuda del vecindario.
No tardaron sus soldados de
caballería, mandados por el Teniente Coronel Don Ignacio Sánchez Gamboa, en
apoderarse de Franco y de su escolta, que mandaron para Oaxaca, a donde llegó
el 1o. de enero de 1867, antes de que el General en Jefe de la Línea de Oriente
regresara de Tehuantepec, luego que tuvo noticia de la captura de Franco, mandó
instaurar el proceso correspondiente y después de su tramitación regular y
completa y de permitirle el ejercicio de todos los recursos legales, fue
sentenciado a muerte el dia 26, interpuso el recurso del indulto, pero se lo
negó y fue pasado por las armas en Oaxaca el día 30 de enero de 1867,
después de haber salido el General Díaz de aquella Ciudad para Puebla.
Fué fiscal de esa causa, el
Teniente Coronel Don Joaquín Ballesteros, asesorado por el Auditor Lic. Ramón
Rodrígues y su defensor, el Lic. José Isacc Cañas.
MARCHA SOBRE PUEBLA
DEL 10 DE ENERO AL 10 DE FEBRERO
DE 1867.
El 10 de enero de 1867 entró el General Díaz y su tropa a Oaxaca, de
regreso de la campaña de Tehuantepec, y se ocupó activamente de organizar la
campaña sobre Puebla. Coincidió su regreso con el arribo a Oaxaca del armamento
que conducía de los Estados Unidos el General Don Pedro Barranda, y esa
circunstancia favoreció mucho la organización de su columna con que debía
operar sobre la capital y cuya organización e instrucción había dejado
encomendada al General Alejandro García, a quien había llamado de su cuartel de
Tlacotálpam con ese objeto. Encontró sin embargo, que aún no estaban concluidas
las baterias rayadas que había mandado fundir y montar antes de salir para
Tehuantepec, y que aún no estaba uniformada una brigada compuesta de los
batallones 1o, 2o y 3o, de Cazadores de Oaxaca.
Al comenzar su campaña, después de
su evasión de Puebla, había ofrecido a las Guardias Nacionales, que lo seguían,
que aprovecharía sus servicios hasta la ocupación de la Capital del Estado de
Oaxaca y una vez logrado esto, las licenciaría a todas, regalándoles las armas
con las que lucharon.
Esta promesa representó para el
General Díaz una gran dificultad, y ella explica la necesidad que tenía de
improvisar nuevas tropas, con carácter ya de ejército permanente, para
emprender una nueva y seria campaña, estuvo licenciando a todas las Guardias
Nacionales que le exigian el cumplimiento de su promesa, por fortuna
logró convencer a algunos, aunque muy pocos, para que siguieran sirviendo en la
nueva campaña que iba abrirse.
No siendo suficiente para esa
campaña las fuerzas que él pudiera organizar en Oaxaca, extendió su acción y su
esfuerzo, a los Estados de Puebla, Veracruz, México y Tlaxcala, y con ese
propósito y estando todavía en la ciudad de Oaxaca, destacó con sus respectivas
fuerzas, y con objeto de aumentarlas, al General Luis Pérez Figueroa, a los
distritos de Tuxtpec y Teotitlán de aquel Estado, con orden de concurrir
algunos días despues al Valle de Ixcaquistla. A los Generales Juan N.
Méndez e Ignacio R. Alatorre que aumentaran sus fuerzas, tanto como fuera
posible en el norte de Puebla y Estado de Veracruz respectivamente, para
concurrir al lugar que el designaría en una orden al efecto, y al Coronel Don
Cristóbal Palacios que organizara un regimiento en los Distritos de Tepeaca y
San Andrés Chalchicomula de Puebla. Al Coronel Rodríguez Bocardo que había
desertado del Imperio y que se había puesto a sus órdenes, le mandó que
permaneciera y mejorara sus tropas en la ciudad de Tlaxcala. Al Coronel
Anastacio Roldán, servidor del Imperio y que también se había puesto a sus
órdenes con 200 caballos, le pidió que permaneciera en Acajete y amagara a
Puebla por el rumbo de Ayotla. Al General Rafael Cuellar le había mandado que
organizara fuerzas de infantería y caballería en los Distritos de Chalco y
Xochimilco y contiguos del Estado de México, y al Coronel Florentino Mercado,
que organizara también la fuerza de caballería que pudiera en los Llanos de
Apam.
El 26 de enero de 1867 salió el
General Porfirio Díaz, de Oaxaca para Acatlán, del Estado de Puebla, con una
pequeña fuerza de caballería que no llegaría a 300 hombres, porque el resto de
caballería que era en su totalidad de hombres de Ixcaquistla, de Tepeji y de
toda la Mixteca baja y sur de Puebla, les había dado licencia por un mes.
Se situó primero en Acatlán con
objeto de observar de cerca las operaciones del enemigo, y proteger al Coronel
Don Juan Espinosa y Gorostiza que había avanzado con unos cuantos infantes para
posecionarse de Matamoros Izúcar y organizar allí un batallón que debía mandar
el mismo, y también había mandado al General Don Francisco Leyva a
apoderarse de Cuernavaca y organizar alli fuerzas de infantería y caballería
con las cuales maniobraría despues, según ordenes que recibiera, y mandó al
General Don Vicente Ramos que inspeccionara la organización de todas las
fuerzas que había mandado levantar en los Distritos del sur de Puebla, pero
desgraciadamente murio cuando comenzaba a desempeñar ese servicio que encomendó
después al General Manuel Toro.
El General en Jefe de esta gran
campaña, el héroe olvidado, permaneció en Acatlán cosa de dos semanas,
esperando que emprendieran su marcha para incorporarsele las diferentes fuerzas
que había mandado organizar.
Proximo capítulo:
SOLICITUD DE MAXIMILIANO POR
CONDUCTO
DE MR. BOURNOF. e IXCAQUIXTLA, TEPEACA Y HUAMANTLA
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