HUAJUAPAM
DEL 15 DE AGOSTO AL 13 DE
SEPTIEMBRE DE 1866.
Pocos días despues de la platica sostenida entre el General
Trujeque y el General Díaz, el General Don Vicente Ramos, Tenientes Coroneles
Manuel Sánchez Gamboa y Antonio Gamboa y algunos otros oficiales vecinos de
Itzcaquixtla, se levantaron en actitud de guerra con 40 y tantos hombres bien
montados y armados, del mismo pueblo, y esto hizo que Trujeque abandonara su
cuartel en Tacache y se situara en Huahuapam de León donde había una guarnición
austriaca.
En esos momentos el General Díaz tuvo la fortuna de que Don Juan
Ibarra, dueño de una pequeña finca en el Valle de Huamuxtitlán, le facilitara
500 pesos y que Don Mariano Ruíz de Salacayoapan, le prestara 1000 pesos,
recursos que aunque pequeños, eran muy valiosos en las circunstancias que él se
encontraba. Con estos recursos y el engrosamiento de su fuerza con la de Ramos
que se movía para incorporarsele, emprendió su marcha y se incorporó con él en
Piaxtla, del Estado de Puebla, avanzó hasta Tepeji de las Sedas y mandó una partida
que fuera a sorprender en Tlacotepec la diligencia que traía la correspondencia
de Oaxaca. En esa correspondencia había entre otras, una carta de Don
Francisco Zaenz de Enciso Administrador de Alcabalas de Oaxaca, dirigida al
Lic. Don Manuel Dublán quien a la sazón se encontraba en Mexico sirviendo al
Imperio, en que aquel le suplicaba que le situara algún dinero, en una casa
donde estuviera muy seguro, aunque ganara poco interés o no lo venciara; y que
le consiguiera un destino en México, cualquiera que fuera su dotación, por que
eran sus palabras "ya Porfirio Díaz tocaba el territorio del Estado y
cayendo él (Enciso) en manos de ese hombre, la fusilata era segura".
Comprendió por esto el estado de abatimiento en que se encontraba el ánimo de
todos los servidores del imperio, y esa circunstancia le inspiró la idea de
adoptar en su correspondencia y algunas veces en su conducta, un tono
amenazador e inexorable para todos los traidores y que le dió muy buenos
resultados.
Cuando se le incorporó la partida destacada sobre Tlacotepec, las
guarniciones de Tehuacán. Huajuapam de León, de Tepeaca y de Acajete, se movian
simultaneamente, dando a conocer el propósito de encerrarlo en Tepeji, la
fuerza de Huajuapam era la más seria y la dejó avanzar hasta
Santa Inés. Cuando ella se puso en marcha de Santa Inés para
Tepeji y las otras estabann ya muy cerca. emprendió su marcha por
el pueblo de Atexcal, y en una marcha forzada por Chazumba y por toda la
Barranca de ese nombre, fue a salir cerca de Huajuapam de León, sin haber
tocado camino nacional ni vecinal.
Como su arribo a Huajuapam era inesperado, encontró en sabana toda
la caballada de Trujeque que estaba en dicho punto y como su excusa por el
acontecimiento de Tacache le había parecido obvia, dijo a los remonteros
que se retiraran para el pueblo y dijeran a Trujeque que lo
esperaba afuera, le dirigió una pequeña nota escrita en que le prevenía
que ensillara y se incorporara con él. Procedió así porque a más de Trujeque,
había fuerzas austriacas de infantería que ocupaban las alturas de Huajuapam.
Estaba Don Porfirio tan cerca de la ciudad que a poco de haber
entrado la caballada oyó tocar bota-sillas y le parecía que Trujeque iba a
cumplir sus órdenes, cuando lo vió salir; no obstante que con alguna cautela
tenía formada su fuerza, avanzó más de un tiro de mosquete a encontrarlo y en
esos momentos rompió sus fuegos sobre su fuerza obligándolo a atacarlo y a
hacerlo volver a las calles de la ciudad hasta donde el podía penetrar en su
persecusión, con mucho peligro por los fuegos de los infantes que
coronaban los edificos.
Así permaneció dos días y cuando calculó que ya era tiempo para
que regresara la columna enemiga que debía haber llegado hasta Tepeji y de que
estuvieran sobre de él las otras de distintas procedencias que también lo
perseguian, se retiró por la montaña rumbo a Tlaxiaco.
La noticia de su presencia en Tlaxiaco alarmó mucho a la
guarnición de Oaxaca y salió en su persecusión el Jeneral Carlos Aronoz que era
el Jefe de aquella Zona Militar, con 1500 hombres de tres armas. No estaba el
General Díaz en condiciones de resistir a semejante fuerza, se dirigió a
Chalcatongo donde tal vez hubiera podido resistir, protegido por las
condiciones del terreno y ayudado por los indios de la montaña que todos
eran fieles patriotas.
Despues de algunos días de permanecer el enemigo en Tlaxiaco, y
los liberales en Chalcatongo, con mucha escazes de viveres y forraje, así como
de municiones, pues llovía mucho y no era posible sacar la poca pólvora que podían
elaborar, empezaron a desmoralizarse sus soldados, entre otras cosas por la
inacción y a desertar en partidas,
NOCHIXTLAN
28 DE SEPTIEMBRE DE 1866, EN LA NOCHE.
El día 14 de septiembre
de 1866, en la noche, al visitar su avanzada de servicio, el General Díaz se
encontró que la que cubría el camino para Tlaxiaco había desaparecido.
Mandó dos ayudantes a visitar las que cubrían las otras dos vías
laterales y le participaron que había pasado otro tanto con ellas.
Entonces mandó a sus ayudantes a vigilar las vías que quedaban
abandonadas, y él permaneció en la directa de Chalcatongo a Tlaxiaco con su
clarín, pensando en lo que haría al día siguiente para interrumpir el período
de desmoralización que se iniciaba en sus fuerzas. Cuando parecía su situación
más desesperada, estaba en vísperas de obtener una serie de victorias que
dieron por resultado la ocupación, en nueve meses, de la ciudad de México.
,
Despues de algunos momentos de meditación, y antes de aceptar
decisión alguna, que probablemente hubiera sido emprender cualquier movimiento,
oyó pasos de caballo sobre el camino, y algunas voces que indicaba
conversación, lo cual le hizo creer que cuando menos eran dos personas las que
llegaban. Permaneció quieto hasta que tuvo los bultos a la vista, y
entonces se adelantó con su clarín a sorprenderlos, resultando que eran un
hombre a caballo y un indio a quien este le servía de guía.
El de a caballo era un español llamado Eugenio Durán, a quien el
General Díaz no conocia, y despues de alguna conversación que tuvo con él en la
que ocultaba el objeto de su presencia en aquellos lugares, cuando se convenció
de quien era él, le entregó unos pequeños pedazos de papel escrito que traía
con la firma de su hermano, en que le avisaba que aprovechando el estado de
debilidad en que quedó la Ciudad de Oaxaca con la salida de Oronoz, le amagaba
tan cerca, que pocos días antes había penetrado por las calles de San
Juán de Dios hasta la Plaza del mercado, poniendo en gran alarma a toda la
ciudad y obligando a la pequeña guarnición de Oaxaca a meterse detrás de
trincheras lo mismo que a la policia.
Entonces supo que su hermano estaba en el país y que se encontraba
en actitud guerrera, pues creía que se hallaba todavía en los Estados Unidos.
Agregaba Durán que con motivo de las maniobras de su hermano Felix que
seguramente había llegado la noticia al enemigo que ocupaba Tlaxiaco. Este se
movia violentamente hacía Oaxaca y era probable que en esos momentos, que
serían entres tres y cuatro de la mañana, el enemigo estaría retirandose de
Tlaxiaco. Con esta información ya no se cuidó más de los caminos, subió
rápidamente al Cuartel General en compañíaa de Durán; antes de llegar
mandó a tocar diana y en seguida llamada de honor. Acudieron a su alojamiento
con toda prontitud los Jefes y Oficiales, les leyó los papeles que acababa de
recibir, les manifestó que el enemigo abandonaba Tlaxiaco, en esos momentos y
mandó a dar el primer toque de marcha.
Los liberales ocuparon a Tlaxiaco entre 10 y 11 de la mañana
cuando el enemigo acababa de abandonarlo. Consiguieron algunos recursos de los
comerciantes y en el mismo día continuaron la marcha sobre la huella de los
enemigos. En la tarde alcanzaron algunos soldados cansados y la escolta
de un oficial enfermo a quien conducian en camilla.
El hecho de haber tomado la iniciativa contra el enemigo, cambió
por completo el ánimo de sus soldados y en esas condiciones emprendió su marcha
hasta Yanhuitlán donde había un destacamento de cerca de 200 húngaros
atrincherados que no quisieron aceptar combate fuera de sus trincheras,
Oronoz había hecho alto por poco tiempo en Nochistlán, y con este
motivo el General Díaz se dirigió al pueblo de las Andalias en donde encontró a
su hermano que venía procedente de las inmediaciones de Oaxaca con objeto de
incorporársele, con la fuerza que había organizado. Oronoz seguió su
marcha rapidamente para Oaxaca, los hermanos Díaz pernoctaron en Tecomatlán
pueblo que distaba unos ocho o diez kilometros de Nochistlán, hacia el sur y al
pie de la montaña.
En la noche se enteró el General Díaz que los húngaros
acuartelados en Yanhuitlán habían hecha una excursión en número de 100
caballos. Calculando que allí podían encontrarlos, el General Díaz se
dirigió a Nochistlán violentamente antes de amanecer, dejando a la infantería
en Tecomatlán a las órdenes del Coronel Don Manuel González. Lo acompañó
su hermano quien entre sus soldados tenía también un pequeño piquete de
caballería. Llegaron a Nochistlán cuando comenzaba a amanecer y les avisaron
que los húngaros habían permanecido allí pocas horas y habían vuelto a
tomar el camino de Yanhuitlán.
Apenas habían avanzado algunos pasos sobre el camino de
Yanhuitlán, cuando vieron formados en una loma un escuadrón de húngaros al cual
se dirigieron en son de carga, en dos distintas fracciones de las cuales Don
Porfirio mandaba la principal y el Coronel Don Vicente Ramos la otra.
Tuvieron fuertes choques muy reñidos y sangrientos con los
húngaros, que al fin emprendieron una marcha muy táctica y muy bien ejecutada
que les permitio llegar a Yanhuitlán sin grandes pérdidas; si los soldados
republicanos hubieran tenido la mitad de la disciplina de aquellos hombres,
evidentemente que no hubiera escapado ninguno de éllos. Dejaron en el
campo de combate muchos hombres y caballos heridos unos y muertos otros, entre
los últimos el Jefe del escuadrón, Conde de Cante. El escuadrón de
húngaros tendría 100 hombres y la fuerza del General Díaz talvez llegaba a 300,
pero había gran diferencia entre la disciplina de ambas, por su parte tuvo
también algunos heridos entre ellos de gravedad el entonces Mayor de Caballería
Don Manuel Bueno, que despues sería Coronel de la misma arma y Diputado del
Congreso de la Unión.
Proximo capitulo: MIAHUATLAN y CUARTO SITIO DE OAXACA
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