viernes, marzo 10, 2017

Porfirio Diaz el heroe olvidado, Capitulo XXXII


HUAJUAPAM
DEL 15 DE AGOSTO AL 13 DE
SEPTIEMBRE DE 1866.

Pocos días despues de la platica sostenida entre el General Trujeque y el General Díaz, el General Don Vicente Ramos, Tenientes Coroneles Manuel Sánchez Gamboa y Antonio Gamboa y algunos otros oficiales vecinos de Itzcaquixtla, se levantaron en actitud de guerra con 40 y tantos hombres bien montados y armados, del mismo pueblo, y esto hizo que Trujeque abandonara su cuartel en Tacache y se situara en Huahuapam de León donde había una guarnición austriaca.

En esos momentos el General Díaz tuvo la fortuna de que Don Juan Ibarra, dueño de una pequeña finca en el Valle de Huamuxtitlán, le facilitara 500 pesos y que Don Mariano Ruíz de Salacayoapan, le prestara 1000 pesos, recursos que aunque pequeños, eran muy valiosos en las circunstancias que él se encontraba. Con estos recursos y el engrosamiento de su fuerza con la de Ramos que se movía para incorporarsele, emprendió su marcha y se incorporó con él en Piaxtla, del Estado de Puebla, avanzó hasta Tepeji de las Sedas y mandó una partida que fuera a sorprender en Tlacotepec la diligencia que traía la correspondencia de Oaxaca.  En esa correspondencia había entre otras, una carta de Don Francisco Zaenz de Enciso Administrador de Alcabalas de Oaxaca, dirigida al Lic. Don Manuel Dublán quien a la sazón se encontraba en Mexico sirviendo al Imperio, en que aquel le suplicaba que le situara algún dinero, en una casa donde estuviera muy seguro, aunque ganara poco interés o no lo venciara; y que le consiguiera un destino en México, cualquiera que fuera su dotación, por que eran sus palabras "ya Porfirio Díaz tocaba el territorio del Estado y cayendo él (Enciso) en manos de ese hombre, la fusilata era segura". Comprendió por esto el estado de abatimiento en que se encontraba el ánimo de todos los servidores del imperio, y esa circunstancia le inspiró la idea de adoptar en su correspondencia y algunas veces en su conducta, un tono amenazador e inexorable para todos los traidores y que le dió muy buenos resultados.

Cuando se le incorporó la partida destacada sobre Tlacotepec, las guarniciones de Tehuacán. Huajuapam de León, de Tepeaca y de Acajete, se movian simultaneamente, dando a conocer el propósito de encerrarlo  en Tepeji, la fuerza de Huajuapam era la más seria y la dejó avanzar hasta
Santa Inés. Cuando ella se puso en marcha de Santa Inés para Tepeji  y  las otras estabann ya muy cerca. emprendió su marcha por el pueblo de Atexcal, y en una marcha forzada por Chazumba y por toda la Barranca de ese nombre, fue a salir cerca de Huajuapam de León, sin haber tocado camino nacional ni vecinal.

Como su arribo a Huajuapam era inesperado, encontró en sabana toda la caballada de Trujeque que estaba en dicho punto y como su excusa por el acontecimiento de Tacache le había parecido obvia, dijo a los remonteros  que se retiraran para el pueblo y dijeran a Trujeque que  lo esperaba afuera, le dirigió una pequeña nota escrita en que  le prevenía que ensillara y se incorporara con él. Procedió así porque a más de Trujeque, había fuerzas austriacas de infantería que ocupaban las alturas de Huajuapam.

Estaba Don Porfirio tan cerca de la ciudad que a poco de haber entrado la caballada oyó tocar bota-sillas y le parecía que Trujeque iba a cumplir sus órdenes, cuando lo vió salir; no obstante que con alguna cautela tenía formada su fuerza, avanzó más de un tiro de mosquete a encontrarlo y en esos momentos rompió sus fuegos sobre su fuerza obligándolo a atacarlo y a hacerlo volver a las calles de la ciudad hasta donde el podía penetrar en su persecusión,  con mucho  peligro por los fuegos de los infantes que coronaban los edificos.


Así permaneció dos días y cuando calculó que ya era tiempo para que regresara la columna enemiga que debía haber llegado hasta Tepeji y de que estuvieran sobre de él las otras de distintas procedencias  que también lo perseguian,  se retiró por la montaña rumbo a Tlaxiaco.

La noticia de su presencia en Tlaxiaco alarmó mucho a la guarnición de Oaxaca y salió en su persecusión el Jeneral Carlos Aronoz que era el Jefe de aquella Zona Militar, con 1500 hombres de tres armas. No estaba el General Díaz en condiciones de resistir a semejante fuerza, se dirigió a Chalcatongo donde tal vez hubiera podido resistir, protegido por las condiciones del terreno  y ayudado por los indios de la montaña que todos eran fieles patriotas.

Despues de algunos días de permanecer el enemigo en Tlaxiaco, y los liberales en Chalcatongo, con mucha escazes de viveres y forraje, así como de municiones, pues llovía mucho y no era posible sacar la poca pólvora que podían elaborar, empezaron a desmoralizarse sus soldados, entre otras cosas por la inacción y a desertar en partidas,

NOCHIXTLAN
28 DE SEPTIEMBRE DE 1866, EN LA NOCHE.

El día 14 de septiembre de 1866, en la noche, al visitar su avanzada de servicio, el General Díaz se encontró que la que cubría el camino para Tlaxiaco había desaparecido.  Mandó dos ayudantes a visitar las que cubrían las otras dos vías laterales y le participaron que había pasado otro tanto con ellas.  Entonces mandó a sus ayudantes a vigilar las vías que quedaban abandonadas, y él permaneció en la directa de Chalcatongo a Tlaxiaco con su clarín, pensando en lo que haría al día siguiente para interrumpir el período de desmoralización que se iniciaba en sus fuerzas.  Cuando parecía su situación más desesperada, estaba en vísperas de obtener una serie de victorias que dieron por resultado la ocupación, en nueve meses, de la ciudad de México.

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Despues de algunos momentos de meditación, y antes de aceptar decisión alguna, que probablemente hubiera sido emprender cualquier movimiento, oyó pasos de caballo sobre el camino, y algunas voces que indicaba conversación, lo cual le hizo creer que cuando menos eran dos personas las que llegaban.  Permaneció quieto hasta que tuvo los bultos a la vista, y entonces se adelantó con su clarín a sorprenderlos, resultando que eran un hombre a caballo y un indio a quien este le servía de guía.
El de a caballo era un español llamado Eugenio Durán, a quien el General Díaz no conocia, y despues de alguna conversación que tuvo con él en la que ocultaba el objeto de su presencia en aquellos lugares, cuando se convenció de quien era él, le entregó unos pequeños pedazos de papel escrito que traía con la firma de su hermano, en que le avisaba que aprovechando el estado de debilidad en que quedó la Ciudad de Oaxaca con la salida de Oronoz, le amagaba tan cerca, que pocos días antes había penetrado  por las calles de San Juán de Dios hasta la Plaza del mercado, poniendo en gran alarma a toda la ciudad y obligando a la pequeña guarnición de Oaxaca a meterse detrás de trincheras lo mismo que a la policia.

Entonces supo que su hermano estaba en el país y que se encontraba en actitud guerrera, pues creía que se hallaba todavía en los Estados Unidos.  Agregaba Durán que con motivo de las maniobras de su hermano Felix que seguramente había llegado la noticia al enemigo que ocupaba Tlaxiaco. Este se movia violentamente hacía Oaxaca y era probable que en esos momentos, que serían entres tres y cuatro de la mañana, el enemigo estaría retirandose de Tlaxiaco. Con esta información ya no se cuidó más de los caminos, subió rápidamente al Cuartel General  en compañíaa de Durán; antes de llegar mandó a tocar diana y en seguida llamada de honor. Acudieron a su alojamiento con toda prontitud los Jefes y Oficiales, les leyó los papeles que acababa de recibir, les manifestó que el enemigo abandonaba Tlaxiaco, en esos momentos y mandó a dar el primer toque de marcha.

Los liberales ocuparon a Tlaxiaco entre 10 y 11 de la mañana cuando el enemigo acababa de abandonarlo. Consiguieron algunos recursos de los comerciantes y en el mismo día continuaron la marcha sobre la huella de los enemigos.  En la tarde alcanzaron algunos soldados cansados y la escolta de un oficial enfermo a quien conducian en camilla.

El hecho de haber tomado la iniciativa contra el enemigo, cambió por completo el ánimo de sus soldados y en esas condiciones emprendió su marcha hasta Yanhuitlán donde había un destacamento de cerca de 200 húngaros atrincherados que no quisieron aceptar combate fuera de sus trincheras,

Oronoz había hecho alto por poco tiempo en Nochistlán, y con este motivo el General Díaz se dirigió al pueblo de las Andalias en donde encontró a su hermano que venía procedente de las inmediaciones de Oaxaca con objeto de incorporársele, con la fuerza que había organizado.  Oronoz seguió su marcha rapidamente para Oaxaca, los hermanos Díaz pernoctaron en Tecomatlán pueblo que distaba unos ocho o diez kilometros de Nochistlán, hacia el sur y al pie de la montaña.

En la noche se enteró el General Díaz que los húngaros acuartelados en Yanhuitlán habían hecha una excursión en número de 100 caballos.  Calculando que allí podían encontrarlos, el General Díaz se dirigió a Nochistlán violentamente antes de amanecer, dejando a la infantería en Tecomatlán a las órdenes del Coronel Don Manuel González.  Lo acompañó su hermano quien entre sus soldados tenía también un pequeño piquete de caballería. Llegaron a Nochistlán cuando comenzaba a amanecer y les avisaron que los húngaros habían permanecido allí pocas horas  y habían vuelto a tomar el camino de Yanhuitlán.

Apenas habían avanzado algunos pasos sobre el camino de Yanhuitlán, cuando vieron formados en una loma un escuadrón de húngaros al cual se dirigieron en son de carga, en dos distintas fracciones de las cuales Don Porfirio mandaba la principal y el Coronel Don Vicente Ramos la otra.


Tuvieron fuertes choques muy reñidos y sangrientos con los húngaros, que al fin emprendieron una marcha muy táctica y muy bien ejecutada que les permitio llegar a Yanhuitlán sin grandes pérdidas; si los soldados republicanos hubieran tenido la mitad de la disciplina de aquellos hombres, evidentemente que no hubiera escapado ninguno de éllos.  Dejaron en el campo de combate muchos hombres y caballos heridos unos y muertos otros, entre los últimos el Jefe del escuadrón, Conde de Cante.  El escuadrón de húngaros tendría 100 hombres y la fuerza del General Díaz talvez llegaba a 300, pero había gran diferencia entre la disciplina de ambas, por su parte tuvo también algunos heridos entre ellos de gravedad el entonces Mayor de Caballería Don Manuel Bueno, que despues sería Coronel de la misma arma y Diputado del Congreso de la Unión.

Proximo capitulo: MIAHUATLAN y CUARTO SITIO DE OAXACA

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