lunes, enero 18, 2016

Porfirio Diaz el heroe olvidado capitulo XV

SITIO DE PUEBLA
DEL 16 AL 26 DE MARZO DE 1863.


El Ejército de Oriente se reorganizó bajo la dirección del General González Ortega,  entretanto el General Forey movío su ejército sobre Puebla en febrero de 1863, a principios de marzo siguiente llegó a Amozoc, distante una jornada de Puebla y el 16 de ese mes se avistó a esa ciudad.  El Ejército de Oriente se encontró en Puebla en diciembre de 1862 y en marzo siguiente comenzó el sitio por los franceses. Al principio la brigada al mando del General Díaz, no tuvo colocación en la linea y por varios días permaneció disponible como reserva. Cuando los franceses llegaron al frente de Puebla y comenzaron sus operaciones de sitio, destacaron una columna como de 10 mil hombres por la izquierda y otra igual por la dercha que marcharon todo el día con la intención visible de envolver a la Ciudad en una línea que iban estableciéndo fuera de tiro de cañon, con el propósito muy marcado de establecer despues su diámetro y tomar en la nueva linea posiciones definitivas. Observado ésto desde el Cerro de Guadalupe, durante el día de esa maniobra por los Generales mexicanos, fueron todos juntos, previo permiso a proponer al General en Jefe, un plan de ataque que debía ser ejecutado precisamente en esa noche, porque más tarde sería inutil.  El plan consistía en lo siguiente: la cabeza de cada una de las columnas que envolvían a la plaza, distaba de su centro y núcleo principal, diez o doce horas de marcha de día y mucho más si se ejecutaba de noche por los accidentes naturales del terreno distando de sus líneas de defensa dos tiros de cañón. Por consiguiente los nuestros podrían atacar a una de esas columnas con la seguridad de que el núcleo principal del ejército enemigo no podría protejerla y una vez derrotada como era muy probable que sucediera, la fuerza victoriosa reforzaría la parte de la linea mexicana que hacía frente al núcleo principal del enemigo, pues estando éste en la imposibilidad de proteger a sus columnas, podrían atacar a la plaza por el lado más próximo, y las tropas de refresco de los nuestros atacarían a la columna de la izquierda, para atacar despues todos juntos el centro.  El General González Ortega,  discutió mucho y se negó a aceptar dicho proyecto lo mismo que el General Mendoza, despues de media noche y perdida toda esperanza salieron cada uno a ocupar sus puestos muy desanimados y previendo claramente cual sería, como lo fue, el resultado del sitio.  Una vez ejecutado el movimiento indicado y cuando al fin de dos días se encontraron en el cerro de San Juan los restos de las dos columnas francesas que los sircunvalaban el enemigo estableció en él su cuartel general.  El primer punto objetivo del enemigo, casi sin emprender operación importante en lo demás de la linea, fue el fuerte de San Javier, estableció allí su primera paralela, amagando simultaneamente a dicho fuerte y a otro que lo seguía por el sur llamado Redientes de Morelos.


Estableció sus baterias en la segunda paralela, demoliéndo con élla el 26 de marzo de 1863 no solo las fortificaciones sino gran parte del edificio de San Javier, en donde estaba la penitencería y despues de varios días de cañoneo muy vivo lo tomó por asalto y las tropas que lo defendían se retiraron a colocarse en las manzanas vecinas, presentando siempre al enemigo una línea de fortificaciones pasajeras.  Continuaron los ataques casi diarios por medio de los cuales los franceses seguían ocupando algunas manzanas, y nuestras fuerzas tomando sucesivamente las posiciones contiguas.

SAN MARCOS, LA CERVATANA, POSICION DEL
CORONEL GONZALEZ, MANZANA DEL GENERAL LLAVE
DEL 1o. AL 7 DE ABRIL DE 1863.


Continuaban las operaciones del Sitio de Puebla en la forma en que el General Don Porfirio Díaz, lo narra en sus memorias, era un jueves santo 1o. de abril de 1863,  recibió ordenes para mover su brigada de la plaza de San José, uno de los lugares destinados a las reservas,  para ir a ocupar la línea de manzanas que había frente al enemigo, situadas de sur a norte,  y que se encontraban en ese momento ocupadas por la brigada que mandaba el General Mariano Escobedo que había defendido sucesivamente la serie de manzanas perdidas, la línea que el General Porfirio debía ocupar comenzaba por el sur, con la manzana en que esta  el convento de San Agustín, seguía para el norte la del hospicio y toda esa linea de manzanas hasta  la Merced, situada en el extremo norte. La manzana vecina a las suyas, hacía el sur,  que era la última que había al sur de la ciudad, estaba ocupada por el Batallón de Sánchez Román, de la División de Zacatecas.  Ocupó toda la mañana hasta que amaneció en recorrer la serie de manzanas que se le encomendaron para dar colocación en éllas a las tropas  que debian defenderlas, lo mismo que a las trincheras que servían de pasaje para ligarlas entre si y en ordenar la ejecución de todas las obras que le parecieron convenientes para poner a su linea en mejor estado de defensa.


No fue atacado durante todo el día siguiente, lo cual aprovechó para reforzar las fortificaciones, haciendo uso de todos los brazos posibles. En los momentos que relevaba a la Brigada del General Escobedo, fue ocupada por el enemigo la manzana del hospicio, porque la fuerza que lo crubría se había retirado sin esperar la que debía relevarla, y conocido el caso por el Cuartel General se le ordenó al General Díaz que no la disputara en esos momentos sino que ocupara prontamente las que aun quedaban en su poder, En consecuencia, interrumpida la línea de manzana que él defendía, su comunicación tenía que ser tardía y por dentro de su línea defendida.

Como a las 6 de la tarde del 21 de abril de 1863, viernes santo, comenzó a sentir trabajos de zapa procedentes de la manzana del hospicio, dirigidos contra la de San Agustín por el frente de la casa de Iriarte, conocida con el nombre de Cuartel de San Marcos que no era cuartel sino una casa habitación ocupada por su dueño y en la cual tenía una matanza de puercos y fabrica de jabón.

Al principio le parecieron subterraneos los golpes, pero a poco comprendió que se hacían perforaciones en los muros de la acera del Hospicio para sacar por élla las bocas de los cañones y batirlo en brecha el Cuartel de San Marcos, Se situó desde luego en esa casa reforzó hasta donde era posible las obras de defensa de los puestos que daban a ese frente y colocó tropa dispuesta a defender los balcones. Llegado el momento del ataque y listas ya las defensas construidas dentro de la casa comenzó a las ocho de la noche, el fuego de una batería que destruyó el muro que separaba las dos puertas de una tienda que quedaba a la derecha del zaguán y rompió las puertas, lo mismo que los atrincheramientos que las reforzaban por dentro y convirtieron en una las dos puertas de la tienda. El techo era de bóveda muy sólido y por ese motivo no cayó, como esperaban los franceses, puesto que ya habían quitado la base, durante el cañonazo aplicaron los franceses un fuerte petardo a la puerta del zaguán del Cuartel de San Marcos que previamente había el General Díaz reforzado por dentro con las baldosas del patio, las del mismo zaguán con un gran aditamiento de tierras, debido a este refuerzo, el petardo no causó efecto alguno sobre la puerta y los franceses tuvieron que asaltar por la brecha abierta en la tienda.

 El asalto fue resistido enérgicamente durante más de dos horas, al fin de las cuales el enemigo fue rechazado y volvió a sus posiciones. Hubo un instante solemne en que el ímpetu de la carga de los fraceses en el poatio de la casa desmoralizó a sus soldados que llegaron a huir en desorden, pero lo pequeño de la horadación por dode tenían que pasar no permitó que se retirara todos. En esos momentos disparé contra los francesesun obús que tenía en el patio cargado con metralla y apuntando para el zaguán, los invasores abandonaron el patio que ya ocupaban  y se replegaron al zaguán. (pieza de una casa inmediata a la puerta principal de entrada).

Entre los soldados que huyeron del patio estaba el pelotón que servía el obús, quedando solamente el cabo, entre él y el General Díaz cargaron de nuevo la pieza, cuando se abalanzó sobre éllos un zuavo que probablemente hubiera matado al cabo si el General Díaz no hubiera salido en su defensa. Sacó al efecto su pistola, pero era ta mala, pues sus cortos recursos no le había permitido commprar una buena, que se le desarmó y se quedó con la culata en la mano, el cañón en el cargador y el cilindro rodó por el suelo, etonces arrojó con fuerza la cacha de la pistola al pecho del zuavo y avanzó sobre él, pero sintiéndo el golpe se creyó herido, porque había muchos disparos en ese momento y regresó al zaguán donde estaban sus compañeros. El disparo del obús y la retirada consiguiente de los franceses, reanimó a sus soldados que habían huido y muchos de éllos regresaron a su puesto y parapetados  trás de una fuente que se hallaba en el centro del patio, hicieron fuego vivo sobre el zaguán. Entonces mandó al Teniente José Guillermo Carbó que con 50 hombres subieran al corredor del 2o. piso de la casa para atacar desde allí a los enemigos, los fuegos de Carbó fueron muy eficazes, que muy poco resistieron allí los franceses, que fueron desalojando y se replegaron a sus posiciones. Como  a las diez y media de la noche todo había concluido en la manzana de San Agustín.

Una vez que el enemigo volvió a sus posiciones, el General Díaz salió con la tropa suficiente a cerrar la brecha que había abierto la artillería enemiga y a establecer allí la defensa, la tarea fue dificil porque tuvieron que trabajar bajo el fuego de fusilería enemiga, pero al fin la terminaron quedando en condiciones regulares de defensa para el caso de que la brecha volviera a ser atacada, como lo fue al día siguiente.

Al General Díaz se le ocurrió una idea genial para la defensa, hacer una serie de diez perforaciones en la bóveda de la tienda, poniendo en cada una de éllas, a un soldado con una mecha encendida en la mano y cuatro granadas de mano con mechas unidas todas por el centro, para poderlas prender a la vez, con orden de hacerlo y hecharlas por la perforación cuando se les mandara.

Pocos momentos despues de que había terminado el ataque, le avisaron al General Díaz, que en la calle de las cabecitas que pertenecía también a su línea, era atacado el Coronel Balcázar, Jefe de esa manzana y que se le había agregado esa misma noche por lo insuficiente de su brigada.  Se trasladó inmediatamente al sitio indicado y econtró que los franceses habían seguido el mismo procedimiento que emplearon horas antes contra el Cuartel de San Marcos esto es, que despues de abrir brecha con su artillería metieron por la brecha una columna de asalto, que aunque fue resistida enérgicamente ocupó el primer patio de una casa que tenía el segundo patio muy largo y que por esta razón se le llamaba "La casa de la cerbatana".  Llegó en el momento en que se perdía el primer patio y ayudado por el Lic Miguel Castellanos Sánchez, atravesó un mostrador viejo de madera a la entrada del segundo patio, y se colocó allí a los soldados para que lo defendieran. El callejón que formaba el segundo patio fue defendido heroicamente, quedando dos batallones de los zapadores en algunas de las piezas  y se defendieron allí por más de cinco horas que este permaneció ocupado por los franceses, lo mismo que algunas de sus piezas, mandó perforar los muros para comunicarse con los zapadores que habían quedado aislados para proveerlos de municiones.

Practicada esa operación y contando ya con la ayuda de los soldados aislados que secundaron su empuje el General Díaz, logró arrojar a los zuavos a la calle. Cubriendo inmediatamente la brecha por donde habían entrado; y por medio de esas perforaciones y de aspilleras de fusil, estableció fuego convergente a esa brecha para el caso de que sus defensores inmediatos se vieran obligados a abandonarla. toda esa operación terminó al amanecer del 3 de abril y en élla se hizo notable el valor del Lic Don Miguel Castellanos Sánchez, Auditor del Ejército.  (suavos, soldados de un antiguo cuerpo de infantería francesa a partir de 1830. mercenarios originarios de Argelia, tenian fama de sanguinarios).

El sábado de Gloria 3 de abril como a las nueve de la mañana, comenzó un cañonazo frnte a una casa peteneciente a la misma manzana del Cuartel de san Marcos, por su frente oriental, mientras que el Cuartel de San Marcos estaba en su frente que ve al norte, había encomendado al Coronel de su Estado Mayor Don Manuel González, la defensa de esa casa, con una compañía del Batallón Morelos, del que era Capitán Don Máximo Velasco.

Como ya el sistema de ataque de los franceses comenzaba a serle conocido a Don Porfirio, la defensa fue menos difícil. Los cañones usados en esa ocación fueron más poderosos que los que habían utilizado en los dos ataques anteriores, pues no solamente destruyó el muro exterior sino dos más que le seguían paralelamente. Cuando el General Díaz llegó al lugar del ataque, estaba abierta una brecha en la manzana de las dimensiones de una calle ancha.  Sin embargo los franceses no pudieron dar el asalto, porque durante el cañoneo se les derrumbaron los techos de la habitación en que habían colocado su cañones y les taparon las baterias, el General Díaz mandó salir a la calle al Coronel Gonzáles y sus soldados, con el objeto de apoderarse de los cañones, pero fue imposible porque tenian encima materiales muy pesados y porque no les permitian trabajar los fuegos transversales y muy nutridos que les hacía el enemigo.  Desistieron de la empresa y pudieron ya con alguna tranquilidad cubrir sus brecha. En esa noche el ejército mexicano les incendió a los franceses el edificio desplomado, perdieron los montajes de sus cañones y algunos se dispararon por si mismos en los momentos del incendió, por haber quedado cargados.  En este combate resultó herido el Coronel González.

Apenas concluido este ataque contra las posiciones del Coronel González, y sin que precidiera cañoneo, se lanzaron dos pelotones de suavos por la brecha del Cuartel de San Marcos, donde habían atacado la noche anterior; y como el paso por el zaguán era difícil y estaba defendido desde el patio, cuando la tienda estuvo llena de suavos, los soldados que la cuidaban por las perforaciones del techo lanzaron simultaneamente las 40 grandas de mano que con anterioridad estaban preparadas con ese objeto.

Como la sucesión de detonaciones conmovió mucho la casa los soldados mexicanos abandonaron sus posiciones y se replegaron al corredor porque creyeron que esa parte de la casa se iba a derrumbar, cuando desapareció el polvo y humo causado por la explosión, los suavos se habían retirado a sus posiciones, dejando a los muertos y heridos muy graves que no pudieron huir y se limitaron a cañonearnos. Despues de este ataque, no volvieron los franceses a intentar nada contra la línea del General Porfirio Díaz, por el tiempo que duró el sitio. (ya sabían los francesitos como se las gastaba este hombre capáz de urdir cualquier plan por muy descabellado y arriesgado que fuera para salirse con las suyas).  No obstante que dieron muy frecuentes y muy serios ataque contra los Redientes de Morelos, el Fuerte de Ingenieros y el convento de Santa Inés que fue uno de los más notables y contra otros puntos.

El 5 de abril comenzó un fuego en brecha procedente del lado de la manzana del Hospicio que ve al oriente sobre la manzana que defendía el General Ignacio de la Llave, en la calle de la Estampa de San Agustín. El General Barriozabal puso en la trinchera que llegaba a San Agustín con su manzana vecina hacía el oriente dos cañones para batir a metralla la calle que debía atravesar la columna que asaltaría las posiciones del General de la LLave, y cubrió los balcones de una y otra acera con infantes.

El Generalisímo Don Porfirio Díaz, corrió con un grupo de cabos y sargentos sobre las azoteas bajas barridas por los fuegos de los balcones del Hospicio, a caer a un patio de la última casa que hacia frente al Hospicio, dejando establecida al mismo tiempo con una cuadrilla de zapadores que hicieran perforaciones que le abrieran una comunicación menos peligrosa. En la caída al patio de la esquina se le inutilizaron dos soldados, pero con los ocho que quedaron disponibles, sostuvimos por la puerta de la tienda un fuego casi a quemarropa con la columna que atacaba al General de la LLave, la cual fue cortada por nuestros disparos, a más de los que recibía de las trincheras y balcones de la calle de San Agustín. Cuando tenía que hacer fuego a muy corta distancia en los combates de horadación, no acostumbraba cargar los fusiles con una bala, sino con cartuchos preparados con veinte pequeñas balas cada uno, asi se explica la eficacia de sus fuegos sobre la columna enemiga.

En los ataques contra estas calles, los franceses encontraron una defensa vigorosa, que estaban muy lejos de esperar y que los obligó a retirarse. Fue tan grande la impresión que les causó esta resistencia que llegaron a pensar si levantaban o no el sitio.

Siguiente capitulo: SITIO DE PUEBLA MANZANA SANCHEZ ROMAN, SANTA INES y BATALLA DE SAN LORENZO

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