SAN LORENZO
10 DE ABRIL DE 1867.
Durante la noche del 6 de
abril, el enemigo había practicado un rodeo para emprender su marcha por el
camino que conduce directamente de San Diego Notorio a la Hacienda de
Guadalupe, sin tocar Tlaxcala. Como para seguir su movimiento y batirlo
era necesario marchar hasta San Diego Notorio para seguirlo por el camino que
llevaba, al General Díaz le pareció más obvio contramarchar por Tlaxcala,
procurando cortarlo en el Paso de Totolitas. La travesía a campo traviesa
con trenes era imposible.
Cuando llegó el día siete, al paso mencionado, ya era de noche y
el enemigo había llegado a la hacienda de Guadalupe y allí había acampado.
Antes de amanecer los liberales emprendieron su marcha, pero Márquez la había
emprendido a media noche, dejando casi todos sus heridos en dicha hacienda.
En esos momentos, se le presentó el Coronel Don Jesús Lalanne,
avisándole que en un monte cerca de la Hacienda San Nicolás el Grande, tenía
400 caballos y 600 infantes que había organizado en el Estado de México. Le
indicó que hiciera lo posible por detener el paso de Márquez, aun cuando fuera
por algunos momentos, puesto que estaba tan bien colocado para ese servicio,
con objeto de que él pudiera alcanzarlo en su marcha que era muy rápida, y al
mismo tiempo puso a los batallones, 1o, 2o, y 3o. de Cazadores de Oaxaca a la
grupa de la caballería, lo mismo que los pelotones de artilleros de dos
baterias rayadas de montaña y cuyos cañones fueron conducidos por la caballería
a cabeza de silla. El Coronel Lalanne cumplió sus órdenes, aunque
desgraciadamente sue destrozado casi por completo entre las haciendas de San
Nicolás y San Lorenzo, pero debido a esa circunstancia el General Díaz y su
tropa pudieron alcanzar a Márquez que se encastillo en la hacienda de San
Lorenzo y mandó a su encuentro toda su caballería, creyendo tal vez que la
fuerza que tenía delante era exclusivamente de esa arma.
Fueron rudamente rechazados sus caballos hasta la hacienda de San
Lorenzo, y el General Porfirio Díaz, estableció su columna de vanguardia a su
frente, extendiendola semicircularmente y con intención de envolver la hacienda
y siguió colocando toda la tropa según iban llegando, habiéndo llegado
los últimos batallones hasta despues de media noche del día ocho,
Por el reconocimiento que al amanecer hizo del campo enemigo,
aprovechando las alturas vecinas a la hacienda, el héroe olvidado comprendió
que no estaba acampado dentro de la finca, sino en los barbachos, dejandola por
delante como defensa contra los fuegos de cañón de los nuestros,
estableció entonces una batería de campaña sobre una eminencia que hay en
un flanco desde donde comenzó a batirlo y lo obligó a meterse dentro de la
hacienda.
Al anochecer del día 9 llegó un ayudante mandado por el General
Guadarrama, a quien había mandado de Queretaro el General Escobedo con una columna
de cuatro a cinco mil caballos en observación de Márquez, y le participó al
General Díaz que se ponía a sus ordenes. No tenía noticias el Caudillo de
la llegada de esta fuerza y ordenó al General Guadarrama que con toda su
columna cerrara, por el Sur y occidente, el sitio que él había empezado a poner
a la hacienda por la parte oriente: pero Márquez se dio cuenta de su
propósito, e hizo salir un carro con dinero conducido por unos 50 hungaros por
donde estaba el grueso de la caballería de Guadarrama. Esto causó algún
desorden en las tropas, que batieron esa escolta de hungaros y se dedicaron al
pillaje del carro. Este desorden entorpeció las operaciones de Guadarrama
y lo aprovechó Márquez para salirse con rumbo a San Cristóbal tomando la
carretera que conduce a Texcoco.
Cuando el General Díaz se percató de esto, mandó a los municipios
de Calpulálpam, que estaban con él, que fueran a destruir el puente de San
Cristóbal, único paso para trenes que podía aprovechar el enemigo. A
causa de la gran extensión de la barranca de ese nombre, sus agentes no
tuvieron tiempo de destruir completamente el puente, pero lo desaterraron
dejando los maderos desnudos y pretendieron quemarlos lo que no permitió el
enemigo que llegó en esos momentos.
Al mismo tiempo que ordenó la destrucción del puente, Don Porfis
salió con las caballerías de Leyva y Toro a gran trote sobre Márquez; en el
camino se le incorporó el Coronel Lalanne, y poco después cuando ya amanecía,
el General Guadarrama con su caballería, había dejado orden de que todo el
cuerpo del ejército siguiera su movimiento.
Sabedor Márquez que el puente estaba inutilizado, mandó
violentamente a unos ingenieros para repararlo, cosa que hubiera sido muy
fácil, pero éstos metieron imprudentemente el carro en donde llevaban sus
instrumentos de zapa, sobre el mismo puente y pasadas las patas de las mulas y
las ruedas del carro, en los claros que dejaron los maderos, quedaron atorados
el carro y las mulas (sin agraviar a los presentes), y sirviéndo de obstáculo
en el puente por cuyo flanco desfilaba la infantería y caballería confundidos y
en condiciones de derrota sin que Márquez pudiera evitarlo; y esto completaba
la obstrucción del puente para el efecto de hacer pasar por él los trenes.
Entonces mandó Márquez a arrojar al fondo de la barranca que es muy
profunda, toda su artillería con excepción de dos piezas de montaña de a siete
que hizo pasar en hombros, en momentos en que el Ejército Republicano ya lo
batía a corta distancia. Le pareció muy fácil defender aquel paso tan
estrecho y con ese objeto se colocó en aptitud de defensa del otro lado del
puente, pero una vez que comenzaron a atacarlo seriamente, huyo dejandoles
prisionera a toda su infantería, que sería como de 2,000 hombres.
Siguieron su persecución todo ese día hasta Texcoco con muchos
episodios muy poco sangrientos para los nuestros, pero fatales casi todos para
el enemigo. En la hacienda Blanca, hizo éste un supremo esfuerzo de resistencia
que causó algunas pérdidas, entre éllas la del Coronel Mucio Maldonado, que fue
muerto al tomar al enemigo las ultimas dos piezas de montaña que le quedaban.
La fatiga del día y de la noche anterior había sido tan fuerte
para toda la tropa, cuyo número no le permitía encontrar alimento en todo el
trayecto recorrido, que es muy poco poblado, que ya nole pareció prudente al
General Díaz continuar la persecución y mandó que la siguiera solamente el
General Leyva con su caballería que era de la localidad.
Leyva continuó la persecución en toda esa noche y parte del día
siguiente hasta cerca de los suburbios de la capital, y fue grandemente ayudado
por todos los indios cazadores de patos que hay por el rumbo del Peñón, en los
pueblos situados en las margenes de los lagos de Texcoco y Chalco; a quienes se
les ocurrió destrozar los puentes, obligando así a la caballería enemiga a
atravesar puentes inaccesibles, donde muy pocos salian a caballo, una vez
metidos allí, y todo ésto bajo los fuegos de los indios y de la caballería de
Leyva. Así se explica que al llegar a México tuviera el enemigo muchos
heridos de bala menuda.
Una vez en Texcoco, el General en Jefe del Ejercito Republicano,
ordenó a todas las fuerzas que aún quedaban en marcha, que acamparan por
brigadas en los puntos en que respectivamente se les acabara la luz del día y
emprendieran su marcha al día siguiente hasta incorporarsele en Texcoco donde
permanecía con ese fín con la caballería y la muy poca infantería que pudo
llegar a ese lugar antes de que anocheciera y ordenó que la brigada que mandaba
el General Francisco Carreón y que había dejado durante la persecución en el
puente de San Cristóbal para custodiar a los prisioneros y su material de
guerra que había arrojado a la barranca, permaneciera allí hasta que todo ese
material fuera sacado y conducido a Texcoco, para cuyo efecto le mandó una
sección de ingenieros (ojalá no sean los mismos de la vez anterior) y que
con uno de sus batallones remitiera todos los prisioneros, menos 300 hombres
que distribuiría como reclutas en sus tres batallones.
PRINCIPIO DEL SITIO DE MEXICO
DEL 13 AL 18 DE ABRIL DE 1867.
El 18 de abril de 1867,
dos días después de la batalla de San Lorenzo reunido todo el cuerpo de
ejército con excepción de la brigada que mandaba el General Carreón, el General
Díaz emprendió la marcha de Texcoco para San Cristóbal Ecatepec y Villa de
Guadalupe, con objeto de amagar la capital. La Villa de Guadalupe estaba
defendida lo mismo que sus cerros inmediatos; pero a la presencia de su fuerza
evacuó el enemigo sus posiciones replegandose a la capital. Desde esos momentos
comenzó a establecer una línea de aproche sobre la Ciudad de México, tomando
por base los terraplenes que forman las riberas del río del Consulado.
Así ocupó todo el frente occidental de la ciudad desde el Rancho Santo
Tomás hasta cerca de Chapultepec. Estableció primero su Cuartel General
en la Villa de Guadalupe y a mediados de marzo lo pasó a Tacubaya, en donde
permaneció hasta la ocupación de la plaza.
Para sostener el consumo de municiones que hacía en el sitio de
México, había establecido grandes talleres en Puebla y en la fundición de
Panzacola, y había aumentado el ferrocarril que entonces llegaba a Apizaco
solamente, con un gran número de carros de sus trenes que transportaban de
Puebla a Apizaco municiones y cañones salidos de los talleres, piezas
inutilizadas que iban a los talleres para su compostura.
Toda la artillería que le sirvió en el sitio de México había sido
tomada en Puebla, con excepción de 30 cañones que tenía antes de tomar dicha
ciudad, la mayor parte de esos cañones eran de fierro y muy pesados, pero a la
falta de mejor artillería y posiciones fijas prestaron buenos servicios.
El General Guadarrama que tan buenos servicios prestó con su
caballería en el ataque de San Lorenzo y persecución de Márquez hasta Texcoco,
recibió orden del Cuartel General del Ejercito del Norte para replegarse a
Queretaro y esta circunstancia no le permitió por algunos días extender la
línea de aproches al General Díaz, pero siguió recibiendo nuevas tropas que
mandó a organizar en distintos Estados y trayendo la artillería que se les
quitara al enemigo, para continuar sus trabajos de sitio hasta llegar a
encerrar perfectamente la capital, y armó canoas con piezas de montaña, para
cerrar la línea en las areas que ocupaban las lagunas y establecer un puente
flotante desde San Cristóbal hasta el Peñón de los Baños, para comunicarse con
los puestos que hostilizaban la plaza por su lado oriental.
A poco de retirado el General Guadarrama y antes de que la línea
de circumbalación estuviera perfeccionada, en los ultimos días del mes de abril
de 1867, recibió una carta del General Escobedo manifestandole que necesitaba
de su auxilio además del que ya le había mandado con el General N. Méndez, a lo
que el Insigne Patriota le contestó que se movería después de algunos días que
deseaba aprovechar para hacer llegar de Puebla una provisión de municiones que
pudiera servirnos a los dos. Y cuando se disponía a ejecutarlo, recibió
nueva carta del General Escobedo, en que le hablaba de algunas dificultades que
le ocurría que podrían tener, en caso de reunirse los dos cuerpos de ejército
en cuanto a provisiones, forrajes y algunas otras que era suficiente para
hacerme notar que había cambiado de opinión y como por otra parte le parecía
peligroso abandonar a México, en el estado de impotencia que iba reduciéndolo,
resolvió a permanecer y seguir mejorando el sitio, haciéndole al General
Escobedo una buena remesa de municiones conducidas por 30 carros.
Antes de cerrar el sitio hizo el enemigo una salida, en alta
fuerza, entre la Escuela de Agricultura y una pequeña hacienda contigua,
llamada la Ascención, atacando la fortificación que defendía el General Tellez
Girón, quien abandonó su puesto huyendo hasta Atzcapotzalco, el General
Porfirio Díaz se traslado al lugar atacado y ordenó al General Cravioto, que
era el que estaba más cerca, que instalara un batallón de su línea y mandó a
traer a la brigada Carreón. Con la fuerza de Cravioto, su escolta y sus
ayudantes, fue bastante para detener al enemigo y hacerlo volver a la plaza,
ayudado en esta operación por la artillería de toda la linea que podía hacer
fuego sobre él.
No le hubiera sido difícil tomar la plaza por asalto sobre todo en
los ultimos días del sitio cuando el enemigo había perdido gran parte de su
moral, pero tenía la seguridad que se rendirían en unos pocos días sin
sacrificar una vida más.
Proximo capitulo:
SITIO DE MEXICO,
OCUPACION DE QUERETARO,
PLATICAS CON EL PADRE FISHER Y
LA PRINCESA DE SALM SALM y SITIO DE MEXICO
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