miércoles, julio 19, 2017

Porfirio Diaz el heroe olvidado, Capitulo XLV


SITIO DE MEXICO
PLATICAS CON LOS GENERALES
O'HORAN Y TAVERA
DEL 12 DE ABRIL AL 30 DE JUNIO
DE 1867.


En marcha de Texcoco para San Cristóbal Ecatepec y la Villa de Guadalupe,  se les incorporó, procedente de México, la Sra. Lucina Arrozola de Baz, esposa de Don Juan José Baz, y le manifestó al General Porfirio Díaz que traía una comisión del General Don Nicolas Portilla, quien a la sazón figuraba como Ministro de Guerra en México, que ésta se reducía a ofrecerle la entrega de la capital por medio de algunas concesiones a Portilla, a los principales Jefes  del Ejército Imperialista y funcionarios de la administración; aunque su primera intención era buscar un fusión entre los dos ejercitos, bajo la base de que unidos ambos, reconociéndose recíprocramente los empleos que tenian los Jefes de cada uno, procedieran de acuerdo para establecer un nuevo orden de cosas que no fuera ni el llamado Imperio de Maximiliano, ni el Gobierno Constitucional del Sr.Benito Juárez.


Por supuesto que la respuesta de este leal patriota ya la conocemos, que solo admitiría la rendición, sin ninguna condición.  No fue ésta la única oferta que se le hizo de entregar la plaza.  El General O'Horán le mandó decir con un hermano del Lic. Don José María Aguirre de la Barrera, que tenía empeño en hablar con él, y que le convenía el asunto que le iba a comunicar.  Su enviado le entregó una pequeña linterna con un lente rojo, y le dijo que mostrar la luz roja sería la señal para que saliera O´Horán a hablar con él.  Este hombre con voluntad de hierro y si mostrar ningún temor aunque si muchas precausiones, se acercó por la noche a la Garita de Peralvillo, más acá del Rancho de la Vaquita, y se colocó en una zanja fangoza con cuatro muchachos de los tambores y cornetas, porque para estos casos son muy intrepidos y no tienen miedo, y una vez metidos en la zanja sacó la linterna, pero al ver el enemigo la luz roja les lanzó todos sus fuegos de artillería y fusilería que no les causaron ningún daño por estar metidos en la zanja sin que O´Horán saliera a hablar con él.   Cuando cesaron los disparos, despidió a sus muchachos de uno en uno, y después salió él de la zanja y volvió a su posición, no por la calzada que estaba enfilada por los fuegos de artillería del enemigo, sino atravezando los potreros.

Al día siguiente le volvió a mandar O´Horán al Sr. Aguirre de la Barrera diciéndole que lo dispensara por lo que había pasado la noche anterior: que Márquez estaba en la trinchera en los momentos en que se acercó e hizo la señal convenida, y que cuando vieron la luz roja se alarmaron, pues comprendieron que no podía venir sino del enemigo.  Lo citó de nuevo, pero en esta ocasión el General Díaz ya no fue sino hasta la Vaquita.  Salió O´Horán en esa vez, le habló y le ofreció entregarle la plaza lo mismo que a Márquez y a los demás Jefes principales, sin más condición que extenderle un pasaporte al extranjero.

Le contestó que no podía hacer nada de eso, porque consideraba la plaza como suya y que en  cuanto a los Jefes que cayeran en sus manos lo único que haría sería cumplir con su deber.  Esta bueno, le contestó: agregando al retirarse, ojalá que pueda usted deberme algo.

De antemano el General en Jefe Republicano había colocado algunos centinelas avanzados y al regresar el General O´Horán se llevó a uno de éllos desconociendo con que fín.  Como dos o tres días antes de la rendición de la plaza, pidió permiso para hablar con él, el General Tavera en representación de Márquez, con objeto de proponerle la rendición de la Capital mediante algunas condiciones, éste le contestó que podía hablarle si gustaba pero que sería en presencia de algunos Generales del ejército.

Tavera aceptó y fue recibido por el General Díaz en la Casa Colorada en compañía del General Ignacio A. Alatorre, lo invitaron a almorzar con éllos, y le repitió lo mismo, es decir, que no podía conseguir ninguna condición para la entrega de la plaza. No tomaron ninguna de las precauciones usadas en esos casos para impedir que conociera la forma de defensa en los parapetos por donde pasó, porque la situación desesperada en que estaba el enemigo no exigía ya esas precausiones.   Tavera regresó a la plaza sin comprometerse a nada y simplemente a dar cuenta a Márquez de lo que había ocurrido.

RENDICION DE MEXICO
20 DE JUNIO DE 1867.


Al día siguiente de su conversación con el General Tavera, desapareció el General Leonardo Márquez de la Plaza de México, y Tavera le mandó un recado con el Cónsul General de los Estados Unidos de América Mr. Marcus Otterbourg, repitiéndo su petición de garantías y ofreciéndo la plaza,  el General Porfirio Díaz recibió personalmente en la puerta  de Chapultepec a Mr. Otterbourg y no sólo no quiso atender su petición, sino que no le permitió bajar de su carruaje y le advirtió  que en esos momentos se encargaba del ataque a la plaza y que le daba cinco minutos para regresar a élla, en la inteligencia de que si pasaba ese tiempo y aun estaba en su carruaje sobre la calzada, iniciaría sus fuegos  sobre él.   Como prometió esperó que el coche de Mr. Otterbourg se perdiera de vista más alla de la estatua de Carlos IV, para hacer la señal que ordenaba un fuego general de artillería sobre la plaza y movimiento de todas las columnas hacia las garitas que respectivamente tenían a su frente.


Como una vez iniciado el fuego de cañón los de la plaza ya no podían ver a las columnas en movimiento y estas sí podían recibir sus órdenes, porque su telégrafo de banderas estaba fuera del círculo invadido por el humo y el polvo, ordenó a las columnas volver a sus campamentos de lo cual, sin embargo, no se apercibió el enemigo. Sus fuegos de cañon fueron contestados por la plaza; y como tanto la artillería enemiga como la de éllos disparaban proyectiles huecos: (a modo de salva sólo para desmoralizar al enemigo) cuando el enemigo suspendió sus fuegos de cañón, creían por algunos momentos que todavía contestaba a los nuestros porque sus proyectiles hacían explosión en sus trincheras, y tal parecía que contestaban a nuestros   fuegos.

En estos momentos el encargado de vigilar en un punto alto, aviso que en las torres de catedral había una bandera blanca.  El General en Jefe del Ejército de Operaciones Don Porfirio Díaz, mandó suspender el fuego y además se vió que en todas las trincheras del sitio se habían puesto las banderas blancas.  En el acto que cesaron los fuegos de cañón, salió un coche también con bandera blanca, por la Calzada de Reforma,  llamada antonces del Emperador, en el cual llegaron a Chapultepec los Generales Miguel Piña, Manuel Díaz de la Vega, Carlos Palafox y otro que se le olvidó el nombre a nuestro héroe, a poner la plaza incondicionalmente a su disposición, comisionados a este efecto por Tavera, puesto que desde el día anterior no se tenian noticias de Márquez.

Cuando llegaron a Chapultepec los comisionados de la plaza sitiada, el General Díaz nombró al General Ignacio Alatorre para que se entendiera con éllos, y le dió instrucciones para que no aceptara ninguna condición.  Los respectivos comisionados firmaron una capitulación incondicional, que fue ratificada en el mismo día por él y por el General Ramón Tavera como Jefe del Ejército imperialista. Dicho convenio contenía los siguientes puntos:

1o.-Cesan desde luego las hostilidades hasta la ratificación del presente convenio.

 2o.-Las vidas, propiedades y libertad de los habitantes pacíficos de la Ciudad, quedan bajo la garantía y protección del General PorfirioDíaz.           

3o.-El General Ramón Tavera nombrara una comisión de tres personas que pondrán la plaza sitiada a disposición del General Porfirio Díaz en la forma siguiente; un empleado de Hacienda para este Ramo, un General para las fuerzas imperiales y un Jefe de artillería para el material de guerra, el General podrá ser el Jefe del Estado Mayor, igual número de personas serán nombradas por  parte de los repúblicanos para hacer la recepción.

4o.-Las fuerzas imperiales nacionales al ser reveladas en las líneas que ocupaban se reconcentraran en la ciudadela, donde quedarán reunidas para su entrega, la contraguerrilla "Schenet", se acuartelará en San Pedro y San Pablo y las otras fuerzas extranjeras en Palacio Nacional.                            
Los señores Generales y Oficiales, conservarán sus espadas y se presentarán en los locales que se designen a la hora que acordaran los señores Generales en Jefe. En estos lugares permanecerán,  hasta que el General Díaz, reciba instruciones.


Una véz firmada la Capitulación, previno al General Tavera por conducto de sus Generales que lo representaban, que prmaneciera con el mando hasta el día siguiente, en que pasaría él, después del toque de diana a tomar posesión de la ciudad y que todo permaneciera hasta esos momentos bajo su cuidado.

Proximo y ultimo capitulo: OCUPACION DE LA CIUDAD DE MEXICO y CUENTAS DEL EJERCITO DE ORIENTE

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