SITIO DE MEXICO
PLATICAS CON LOS GENERALES
O'HORAN Y TAVERA
DEL 12 DE ABRIL AL 30 DE JUNIO
DE 1867.
En marcha de Texcoco para
San Cristóbal Ecatepec y la Villa de Guadalupe, se les incorporó,
procedente de México, la Sra. Lucina Arrozola de Baz, esposa de Don Juan José
Baz, y le manifestó al General Porfirio Díaz que traía una comisión del General
Don Nicolas Portilla, quien a la sazón figuraba como Ministro de Guerra en
México, que ésta se reducía a ofrecerle la entrega de la capital por medio de
algunas concesiones a Portilla, a los principales Jefes del Ejército
Imperialista y funcionarios de la administración; aunque su primera intención
era buscar un fusión entre los dos ejercitos, bajo la base de que unidos ambos,
reconociéndose recíprocramente los empleos que tenian los Jefes de cada uno,
procedieran de acuerdo para establecer un nuevo orden de cosas que no fuera ni
el llamado Imperio de Maximiliano, ni el Gobierno Constitucional del Sr.Benito
Juárez.
Por supuesto que la respuesta de este leal patriota ya la
conocemos, que solo admitiría la rendición, sin ninguna condición. No fue
ésta la única oferta que se le hizo de entregar la plaza. El General
O'Horán le mandó decir con un hermano del Lic. Don José María Aguirre de la
Barrera, que tenía empeño en hablar con él, y que le convenía el asunto que le
iba a comunicar. Su enviado le entregó una pequeña linterna con un lente
rojo, y le dijo que mostrar la luz roja sería la señal para que saliera O´Horán
a hablar con él. Este hombre con voluntad de hierro y si mostrar ningún
temor aunque si muchas precausiones, se acercó por la noche a la Garita de
Peralvillo, más acá del Rancho de la Vaquita, y se colocó en una zanja fangoza
con cuatro muchachos de los tambores y cornetas, porque para estos casos son
muy intrepidos y no tienen miedo, y una vez metidos en la zanja sacó la
linterna, pero al ver el enemigo la luz roja les lanzó todos sus fuegos de
artillería y fusilería que no les causaron ningún daño por estar metidos en la
zanja sin que O´Horán saliera a hablar con él. Cuando cesaron los
disparos, despidió a sus muchachos de uno en uno, y después salió él de la
zanja y volvió a su posición, no por la calzada que estaba enfilada por los
fuegos de artillería del enemigo, sino atravezando los potreros.
Al día siguiente le volvió a mandar O´Horán al Sr. Aguirre de la
Barrera diciéndole que lo dispensara por lo que había pasado la noche anterior:
que Márquez estaba en la trinchera en los momentos en que se acercó e hizo la
señal convenida, y que cuando vieron la luz roja se alarmaron, pues
comprendieron que no podía venir sino del enemigo. Lo citó de nuevo, pero
en esta ocasión el General Díaz ya no fue sino hasta la Vaquita. Salió
O´Horán en esa vez, le habló y le ofreció entregarle la plaza lo mismo que a
Márquez y a los demás Jefes principales, sin más condición que extenderle un
pasaporte al extranjero.
Le contestó que no podía hacer nada de eso, porque consideraba la
plaza como suya y que en cuanto a los Jefes que cayeran en sus manos lo
único que haría sería cumplir con su deber. Esta bueno, le contestó:
agregando al retirarse, ojalá que pueda usted deberme algo.
De antemano el General en Jefe Republicano había colocado algunos
centinelas avanzados y al regresar el General O´Horán se llevó a uno de éllos
desconociendo con que fín. Como dos o tres días antes de la rendición de
la plaza, pidió permiso para hablar con él, el General Tavera en representación
de Márquez, con objeto de proponerle la rendición de la Capital mediante
algunas condiciones, éste le contestó que podía hablarle si gustaba pero que
sería en presencia de algunos Generales del ejército.
Tavera aceptó y fue recibido por el General Díaz en la Casa
Colorada en compañía del General Ignacio A. Alatorre, lo invitaron a almorzar
con éllos, y le repitió lo mismo, es decir, que no podía conseguir ninguna
condición para la entrega de la plaza. No tomaron ninguna de las precauciones
usadas en esos casos para impedir que conociera la forma de defensa en los
parapetos por donde pasó, porque la situación desesperada en que estaba el
enemigo no exigía ya esas precausiones. Tavera regresó a la plaza sin
comprometerse a nada y simplemente a dar cuenta a Márquez de lo que había
ocurrido.
RENDICION DE MEXICO
20 DE JUNIO DE 1867.
Al día siguiente de su
conversación con el General Tavera, desapareció el General Leonardo Márquez de
la Plaza de México, y Tavera le mandó un recado con el Cónsul General de los
Estados Unidos de América Mr. Marcus Otterbourg, repitiéndo su petición de
garantías y ofreciéndo la plaza, el General Porfirio Díaz recibió
personalmente en la puerta de Chapultepec a Mr. Otterbourg y no sólo no
quiso atender su petición, sino que no le permitió bajar de su carruaje y le
advirtió que en esos momentos se encargaba del ataque a la plaza y que le
daba cinco minutos para regresar a élla, en la inteligencia de que si pasaba
ese tiempo y aun estaba en su carruaje sobre la calzada, iniciaría sus fuegos
sobre él. Como prometió esperó que el coche de Mr. Otterbourg se
perdiera de vista más alla de la estatua de Carlos IV, para hacer la señal que
ordenaba un fuego general de artillería sobre la plaza y movimiento de todas
las columnas hacia las garitas que respectivamente tenían a su frente.
Como una vez iniciado el fuego de cañón los de la plaza ya no
podían ver a las columnas en movimiento y estas sí podían recibir sus órdenes,
porque su telégrafo de banderas estaba fuera del círculo invadido por el humo y
el polvo, ordenó a las columnas volver a sus campamentos de lo cual, sin
embargo, no se apercibió el enemigo. Sus fuegos de cañon fueron contestados por
la plaza; y como tanto la artillería enemiga como la de éllos disparaban
proyectiles huecos: (a modo de salva sólo para desmoralizar al enemigo) cuando
el enemigo suspendió sus fuegos de cañón, creían por algunos momentos que
todavía contestaba a los nuestros porque sus proyectiles hacían explosión en
sus trincheras, y tal parecía que contestaban a nuestros fuegos.
En estos momentos el encargado de vigilar en un punto alto, aviso
que en las torres de catedral había una bandera blanca. El General en
Jefe del Ejército de Operaciones Don Porfirio Díaz, mandó suspender el fuego y
además se vió que en todas las trincheras del sitio se habían puesto las
banderas blancas. En el acto que cesaron los fuegos de cañón, salió un
coche también con bandera blanca, por la Calzada de Reforma, llamada
antonces del Emperador, en el cual llegaron a Chapultepec los Generales Miguel
Piña, Manuel Díaz de la Vega, Carlos Palafox y otro que se le olvidó el nombre
a nuestro héroe, a poner la plaza incondicionalmente a su disposición,
comisionados a este efecto por Tavera, puesto que desde el día anterior no se
tenian noticias de Márquez.
Cuando llegaron a Chapultepec los comisionados de la plaza
sitiada, el General Díaz nombró al General Ignacio Alatorre para que se
entendiera con éllos, y le dió instrucciones para que no aceptara ninguna
condición. Los respectivos comisionados firmaron una capitulación incondicional,
que fue ratificada en el mismo día por él y por el General Ramón Tavera como
Jefe del Ejército imperialista. Dicho convenio contenía los siguientes puntos:
1o.-Cesan desde luego las hostilidades hasta la ratificación del
presente convenio.
2o.-Las vidas, propiedades y libertad de los habitantes
pacíficos de la Ciudad, quedan bajo la garantía y protección del General PorfirioDíaz.
3o.-El General Ramón Tavera nombrara una comisión de tres personas
que pondrán la plaza sitiada a disposición del General
Porfirio Díaz en la forma siguiente; un empleado de Hacienda para este Ramo, un General para las fuerzas imperiales y un
Jefe de artillería para el material de guerra, el General podrá ser el Jefe del Estado Mayor, igual número de personas serán
nombradas por parte de los repúblicanos para hacer
la recepción.
4o.-Las fuerzas imperiales nacionales al ser reveladas en las
líneas que ocupaban se reconcentraran en la
ciudadela, donde quedarán reunidas para su entrega, la contraguerrilla
"Schenet", se acuartelará en San Pedro y San
Pablo y las otras fuerzas extranjeras en Palacio Nacional.
Los señores Generales y Oficiales,
conservarán sus espadas y se presentarán en los locales que se designen a la hora que acordaran los señores Generales en Jefe. En estos
lugares permanecerán, hasta que el General
Díaz, reciba instruciones.
Una véz firmada la Capitulación, previno al General Tavera por
conducto de sus Generales que lo representaban, que prmaneciera con el mando
hasta el día siguiente, en que pasaría él, después del toque de diana a tomar
posesión de la ciudad y que todo permaneciera hasta esos momentos bajo su
cuidado.
Proximo y ultimo capitulo: OCUPACION DE LA CIUDAD DE MEXICO y CUENTAS DEL EJERCITO DE ORIENTE
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